Confederación Sindical de Comisiones Obreras | 29 marzo 2024.

Guía para no perderse. Revista Trabajadora, n. 59 (noviembre de 2016)

Ensayo/ "Fairyland", de Enrique Arce

    02/12/2016.
    Portada del ensayo escrito por Alysia Abbott.

    Portada del ensayo escrito por Alysia Abbott.

    A PRIMERA VISTA puede parecer fácil el ejercicio autobiográfico, pero quizá no haya un género literario con mayor dificultad. Para entender lo vivido es necesaria la distancia de la mirada y el paso del tiempo. Así, cuando volvemos a esos acontecimientos pasados e intentamos organizarlos en un relato con sentido, nos encontramos con que sus significados no son lo que eran entonces; seguramente, porque ya no somos las mismas personas.

    Para enfrentarse con quiénes fuimos, además hace falta valentía y sinceridad. Alysia Abbott arriesgándose con este ejercicio de honestidad dolorosa –pero también reparadora-, nos cuenta la historia de su padre para contarse a sí misma, y repensar su relación con él. Partiendo de los diarios del poeta Steve Abbott, la autora relata su infancia y adolescencia en el San Francisco de la segunda mitad de los años setenta y ochenta, donde Steve decide no ocultar su homosexualidad y había una interesante y activa escena cultural y bohemia.

    Aunque no debía ser fácil ser un padre gay criando una niña en el San Francisco post-Stonewall. En sus diarios, Steve reflexiona sobre su inmadurez, su incapacidad para cuidar de Alysia, su dedicación a la poesía y el activismo gay, su falta de recursos. El choque entre su libertad y la responsabilidad como padre, le lleva, incluso, a pensar en la posibilidad de formar una familia (llegó a poner un anuncio y a convivir con una mujer y su hija), y abandonar su tipo de vida underground.

    Ni debió ser fácil ser la hija de un poeta gay, adicto a las drogas o en proceso de desintoxicación. Tampoco la Alysia adolescente tenía modelos en los que orientarse, y la versión que se contaba a ella misma (la muerte de su madre destrozó el corazón de su padre, convirtiéndolo en gay), fue sustituida por la rabia, los reproches, las reacciones egoístas e injustas. Y, luego, cuando con la distancia (Alysia pasó temporadas en París y estudió en Nueva York) las cosas estaban colocándose, llegó la enfermedad y lo que hasta entonces eran sólo letras casi sin significado (VIH, CRS, sida) se convirtieron en realidades invadiendo lo cotidiano con todos sus duros detalles.

    Se pregunta, la autora, si con este relato no estará confirmando los estereotipos habituales sobre los homosexuales. Se pregunta también por la imagen negativa que está dando de sí misma en aquellos años. Pero puede más el compromiso de contar esta historia, y continúa, logrando al final de este proceso, honesto y valiente, reducir a la esencia la relación con su padre: “Yo nunca me gusté tanto como la yo que veía reflejada en los ojos de mi padre, en el amor de mi padre”, escribe.

    Nadie dijo que el País de las Hadas fuese un lugar fácil… pero sí un lugar de amor.

    Enrique Arce (earce@ccoo.es) es documentalista y trabaja en el Centro de Documentación de la Confederación Sindical de Comisiones Obreras.