Confederación Sindical de Comisiones Obreras | 26 abril 2024.

Ecofeminismo: Un futuro sostenible con perspectiva de género

    04/05/2017.
    Ecofeminismologo

    Ecofeminismologo

    La actual crisis ecológica y social es fruto, entre otros, de nuestro modelo de producción y consumo, del crecimiento económico ilimitado. Para hacer frente a esta situación es necesario analizar y señalar a los intereses económicos implicados en la devastación ambiental, y formular planteamientos de cambio de paradigma, de modelos de vida diferente. En la construcción de estas alternativas económicas, políticas y sociales, hemos de tener presente que somos seres ecodependientes e interdependientes, puesto que somos una especie de las muchas que habitan este planeta, y obtenemos lo que necesitamos para estar vivos de la naturaleza, pero además dependemos física y emocionalmente del tiempo que otras personas nos dan, que dedican a cuidar de nuestros cuerpos y nuestras mentes. En este contexto, la crítica a las identidades de género que plantea el feminismo es necesaria para avanzar hacia la sostenibilidad, proceso que requiere de una profunda transformación político-ética. El papel social atribuido a mujeres y varones por una sociedad patriarcal se ha perpetuado desde muy antiguo hasta nuestros días, atribuyendo al varón los valores de dureza, falta de empatía y competitividad, y convirtiéndolos en lo más valioso y valorado frente a los valores de afecto y compasión relacionados con las tareas cotidianas del cuidado de la vida que fueron asignados exclusivamente a las mujeres y fuertemente devaluados. Se trata de reconocer como sumamente valiosas las capacidades y actitudes de la empatía y el cuidado atento, enseñarlas desde la infancia también a los varones y aplicarlas más allá de nuestra especie, a la Tierra en su conjunto. La crítica al modelo de desarrollo basado en la competitividad del mercado y en un crecimiento ilimitado que explota y oprime y genera devastación ambiental, ha de tener también una perspectiva de género.

    Parte del movimiento feminista ha visto el ecofeminismo como un riesgo de legitimar los estereotipos de género impuestos por el patriarcado, pero nada más lejos de la realidad. No se trata de exaltar lo interiorizado como femenino, de encerrar de nuevo a las mujeres en un espacio reproductivo y de cuidados, ni de responsabilizarlas de la tarea del rescate de la Tierra y la vida. Se trata de hacer visible el sometimiento, tanto el de la naturaleza como el de las mujeres, señalar las responsabilidades y corresponsabilizar a hombres y mujeres en el trabajo de la supervivencia.

    El ecofeminismo cuestiona aspectos básicos que conforman nuestro imaginario colectivo, como la fe ciega en la tecnología como solución a todos los problemas, la productividad por encima de todo o la jerarquización de los valores que hace el patriarcado; y defiende que el crecimiento ilimitado que propugna la economía de mercado es inviable en un planeta con recursos finitos, que el actual modelo de desarrollo de los países enriquecidos no es exportable al conjunto de la humanidad, y que las primeras víctimas de la destrucción del medio natural son las mujeres de los países empobrecidos. Busca repensar y cambiar los modos en que las personas nos relacionamos entre nosotras y con el entorno. Propone un nuevo paradigma inspirado en la ecojusticia, la sostenibilidad y la sororidad, que atiende no sólo al equilibrio medioambiental, sino que empodera a las mujeres en su cotidianidad.