Confederación Sindical de Comisiones Obreras | 20 abril 2024.

Hasta siempre, querida Josefina

    Josefina Samper ha fallecido esta madrugada a la edad de 90 años.

    14/02/2018.
    Número especial de Trabajadora dedicado a Josefina Samper, editado en 2011.

    Número especial de Trabajadora dedicado a Josefina Samper, editado en 2011.

    JOSEFINA Samper nació el 8 de mayo de 1927 en El Fondón, un pueblo de las Alpujarras almerienses. Su padre, minero, emigra a Orán, Argelia, y allí se reúne unos años más tarde toda la familia. Tratan de regresar a España en el verano de 1936, cuando Josefina cuenta con 9 años, vendieron su casa y empaquetaron todos sus enseres pero al llegar al puerto se enteran de que se ha declarado la guerra civil y Francia ha cortado todas las comunicaciones por barco. Siendo una niña conoce la realidad de los refugiados españoles y también la pobreza: “Vivíamos de la nada y el trabajo era difícil, sobre todo para los extranjeros”. Tampoco tuvo posibilidades de ir a la escuela, donde las clases se imparten en francés y además pronto ha de comenzar a trabajar: “La necesidad era más que el aprender” y falsifica su libro de familia para añadirse un año más y empezar a trabajar a los 14. Se emplea en una fábrica de mermeladas argelina, con una jornada laboral extenuante y soportando el calor insoportable que despiden los hornos.

    A esa edad comienza a militar en la Juventud Socialista Unificada (JSU) y algo más tarde en el Partido Comunista. Los domingos los dedica a recabar fondos, a veces vendiendo ramos de flores hechos a mano, en otras ocasiones vendiendo España Popular, el antecesor de Mundo Obrero y se reúnen en La basurica del cuco. Hasta allí llegan un grupo de jóvenes que se habían fugado de un campo de concentración marroquí. Entre ellos, estaba Marcelino Camacho: “Llevaba un mono y una “P” de preso y una gorrita. Todos delgados, sobre todo él. Es que no se le veía nada más que pelo, porque en el campo no les dejaban cortárselo". Meses más tarde Marcelino le pide que acuda a reunirse con él, pero su intención no era hablar de política sino preguntarle si se casaría con él. Y Josefina acepta. Se casan en 1948, en el Ayuntamiento de Orán, tienen 30 y 21 años respectivamente. Y en esa misma ciudad nacen sus hijos Yenia y Marcel, Marcelino siempre quiso estar presente para ayudar en los partos a Josefina: “Vivir esos momentos, de esfuerzo, sufrimiento y alegría, le hacen a uno alcanzar una dimensión más humana”, escribía en sus Memorias. Confieso que he luchado.

    En 1954 el Gobierno francés acusa a Marcelino de ser miembro del comité central del Partido Comunista y es detenido. A la salida de la prisión de Barberousse Josefina, con Yenia y Marcel, siempre a su lado, le espera. Las entradas y salidas a la cárcel acabarán formando parte de su cotidianeidad.

    En 1957 llegan, por fin, a España, no sin complicaciones, a Marcelino le retienen a la salida del barco y Josefina se interpone y amenaza con tirarse por las escaleras del barco con sus dos hijos si devuelven a su marido. Se establecen en Madrid y Marcelino entra a trabajar en Perkins Hispania, una fábrica metalúrgica. Viven en Lavapiés y más tarde se trasladan al que fue siempre su hogar, un modesto piso en el barrio de Carabanchel.

    Y es en Madrid donde Josefina Samper comienza a reunirse en la Asociación de Amas de Casa, que presidía Ascensión Sedeño y que fue germen del Movimiento Democrático de Mujeres, que entonces denunciaba la carestía de la vida. Allí conoce al Padre Llanos, el cura rojo, quien les ofrece un pequeño espacio donde reunirse dentro de un colegio. Y se organizan, poniendo el eje de su acción en la denuncia de la carestía de la vida.

    Son años difíciles, de clandestinidad. La familia trata de hacer vida normal, aún sabiendo que la policía está permanentemente apostada frente a su portal. Nadie se mueve con la pericia que ella lo hace por el barrio de Carabanchel y entra y sale burlándose de la persecución policial. Entre el vecindario encuentra comprensión y solidaridad.

    En 1967 Marcelino ingresa en prisión donde permanece durante 5 años. Josefina teje y cose jerséis sin parar y reciben una pequeña aportación de los obreros de Perkins y se concentra en ir y venir a la cárcel, en visitar a los presos, en organizar a las mujeres de éstos: “Yo sabía todo. Todo y más de todo, porque he sido militante desde siempre. He conocido a Marcelino en militancia, yo ya pertenecía al partido”. Y comienza a pelear, a exigir visitas dignas a los presos, a denunciar que existen presos políticos, a reclamar su amnistía, a visitar a personalidades para comentarles las precarias situaciones que soportan los presos.

    Y a pesar de todas las dificultades nunca abandonó, más bien parecía que se crecía ante ellas. Como bien afirmaba Unai Sordo, secretario general de Comisiones Obreras: "Es de justicia recordar a Josefina, un referente de CCOO que encarnó la lucha por los derechos de las mujeres y por el conjunto de la clase trabajadora".

    Josefina vivió las visitas a la cárcel, la llegada de la democracia, la legalización del PCE, la matanza de los abogados de Atocha y, más tarde, las manifestaciones contra la guerra, los cuidados a su querido Marcelino ya enfermo, porque nadie como ella supo aunar la lucha cotidiana con el cuidado hacia los demás.

    Y nunca dejó su militancia, en 2011 es candidata por Izquierda Unida en Majadahonda y asiste a todo tipo de actos, celebraciones y conmemoraciones en honor a Marcelino Camacho.

    En sus últimos años tuvo que limitar, por motivos de salud, sus salidas fuera de Madrid, pero permaneció siempre alerta a todo lo que sucediera a su alrededor.

    El nombre de Josefina Samper formará parte de la Historia de Comisiones Obreras y su vida, de militancia y compromiso, continuará siendo un ejemplo. Como ella misma afirmaba: “Nunca me he acobardado, ni siquiera ante las situaciones más difíciles”.

    Hasta siempre, querida Josefina.

    Documentación asociada
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