Confederación Sindical de Comisiones Obreras | 20 abril 2024.

OPINIÓN

10-N: hoy, como ayer, marcaremos la diferencia, de Elena Blasco Martín

    LA REVISTA El Siglo de Europa publicó, el día 10 de octubre, el siguiente artículo de opinión Elena Blasco Martín, secretaria confederal de Mujeres e Igualdad de Comisiones Obreras.

    14/10/2019.
    Elena Blasco, secretaria confederal de Mujeres e Igualdad de CCOO.

    Elena Blasco, secretaria confederal de Mujeres e Igualdad de CCOO.

    CON LA PUBLICACIÓN el pasado 24 de septiembre en el BOE de Real Decreto de disolución de Cortes y convocatoria de elecciones generales, nos veremos abocadas de nuevo a un proceso electoral de alto voltaje, habida cuenta de la incapacidad que nuestros representantes políticos han demostrado para llegar a un acuerdo que posibilite la creación de un Gobierno progresista, estable y de desarrollo, que suponga un avance para nuestro país.

    Dicen que las elecciones son la mayor o más evidente representación de lo que es la “fiesta” de la democracia, y lo son sin lugar a dudas, mucho ha costado el que ahora podamos decidir con libertad a nuestra representación política y mucho más que las mujeres podamos hacerlo sin restricciones.

    Se cumplen este mes de octubre 88 años desde que las Cortes de la Segunda República aprobaran, el 1 de octubre de 1931, el derecho a voto de las mujeres, en lo que fue uno de los mayores avances sociales del siglo pasado en la lucha por la igualdad, en el que destacó, entre otras pioneras del feminismo, Clara Campoamor como una de sus más importantes impulsoras, una tenaz sufragista y defensora de los derechos de las mujeres, que con su perseverancia alcanzó un hito histórico.

    Lo que no se recuerda es que su conquista fue también la causa de su derrota ya que dos años después, en noviembre de 1933, fecha en que las mujeres votaron efectivamente por primera vez, hecho que destacó la prensa de la época (al igual que actualmente) muy sorprendida de su activa y alta participación, Clara Campoamor consiguió cumplir su deseo, pero a la vez, perdió el escaño que ocupaba en la provincia de Madrid, quedando fuera del Parlamento.

    Nunca, ni desde el posterior exilio, se arrepintió de aquello por lo que luchó, aun a costa de su carrera política, pues experimentó en sí misma la arrolladora fuerza social a la que su trabajo, y el de otras muchas, habían abierto las puertas de par en par. Desde ese día las mujeres nunca hemos faltado a la cita y nuestra participación ha influido en el color de los Gobiernos.

    Ahora que la ciudadanía vuelve a ser convocada a las urnas, las mujeres debemos volver a recordar lo mucho que ha costado que ahora podamos decidir sin trabas, y acudiremos a nuestra cita con convicción, por todas las que nos precedieron y por todas las que nos sucederán, con la certeza de que es necesario un Gobierno de progreso con la estabilidad y fuerza suficiente para acometer las reformas estructurales necesarias que hagan evolucionar la sociedad, un Gobierno que defienda a la clase trabajadora, que ponga los derechos sociales por encima de los intereses del capital, que trabaje con implicación en construir una sociedad igualitaria, y en un nuevo modelo productivo más sostenible y justo.

    Sabemos que va a ser una campaña tan intensa como bronca, y desde luego, que las mujeres volveremos a estar en la diana de aquellos partidos que buscan afanosamente los votos de quienes aún no pueden asumir que las mujeres se sitúen en el lugar que le corresponde. Aún queda mucho por hacer.

    Un nuevo proceso electoral masculinizado, con nuevas y viejas candidaturas, pero sobre todo con intolerables alianzas que seguirán su doctrina y repetirán como mantra las mentiras tan inaguantables como que no exista la violencia machista, que quememos iglesias a la menor oportunidad, o que las represaliadas del fascismo fueran asesinas y violadoras… Un escenario de incertidumbre política al que debemos enfrentarnos con todo el peso de nuestras papeletas, y que al igual que ayer, hoy frene la falsedad, la infamia y vuelva a marcar la diferencia.

    Estamos en uno de esos decisivos momentos que marcan el devenir de un país y nuestra responsabilidad es acudir a votar, convertir en voto cada una de las reivindicaciones hechas en las calles. No necesitamos más “fiestas de la democracia”, lo que de verdad se necesita es que la política se ponga a trabajar, porque entre tanta “fiesta” se están dilatando importantes decisiones que afectan, directa y vitalmente, a todas nosotras, a toda la ciudadanía.