Confederación Sindical de Comisiones Obreras | 19 abril 2024.

OPINIÓN

El efecto Orfidal de un abrazo necesario, de Elena Blasco Martín

    La revista El Siglo de Europa publicó el 3 de diciembre este artículo de la secretaria confederal de Mujeres e Igualdad de Comisiones Obreras.

    11/12/2019.
    Elena Blasco.

    Elena Blasco.

    TRAS LOS RESULTADOS electorales del pasado 10-N, toca ponerse manos a la obra y analizar tanto los números como las posibilidades de suma y resta que quedan encima de la mesa. Pero lo que es más importante, queda el debate de qué hacer, en qué trabajar y, sobre todo, el para qué.

    Afortunadamente, los números son imparciales y con 120 escaños del PSOE, Pedro Sánchez se presenta como gran vencedor. Podríamos decir que es casi la gran esperanza socialista tras ganar una inesperada moción de censura, ser el gran superviviente de unas elecciones generales sin Gobierno ni Presupuesto, y vencedor publicitario de estos últimos comicios electorales, que pueden encumbrarlo como presidente del primer Gobierno de coalición de izquierdas en la historia de nuestra democracia.

    Bueno, pues parece que allá vamos… Contra todo pronóstico, se ha generado la expectativa de un Gobierno de coalición, ya veremos si progresista, frente a esos 52 escaños de la ultraderecha. Que si ya dejaban lastres en las CC AA que tenían representación, a nadie se le escapará que la presencia de tan numerosos elementos ocupando sillas bajo la antidemocratización, misoginia y racismo, van a generar más de un tapón a las posibles soluciones que necesita la ciudadanía.

    El ‘cuñaísmo’ ha entrado en el Congreso y será muy difícil higienizar, aun utilizando el mejor desengrasante del mundo, a saber, el descontento, la movilización y la concertación social.

    Pero, ¿qué se espera de este Gobierno de coalición? Esa es la pregunta que de momento muy poca gente se ha hecho. Los acontecimientos producidos durante estas semanas antes y después de las elecciones generales (sentencia del ‘procés’, abandono de Rivera, sentencia de los ERE de Andalucía, movilizaciones del 25-N, concentraciones del 27-N, etc.) han generado una especie de cortina de humo que apenas deja vislumbrar el reparto de tareas, ministerios y propuestas que emanan de la coalición entre ambos partidos destinados a llevarse bien, o al menos a trabajar conjuntamente para evitar no ya la entrada, que es inevitable, sino más bien el asentamiento del retroceso histórico al anticonstitucionalismo en su versión más populista y retrógrada.

    El abrazo y el acta de preacuerdo, en foto que refleja una ejemplificación de alianza más física que simbólica, para un Gobierno de coalición entre los líderes de PSOE y Unidas Podemos el pasado día 12 de noviembre, me recuerda que la memoria es selectiva, pues no existe otra explicación para que, tras seis meses de negociaciones, dos elecciones y dos intentos de investidura fallidos, en donde se han producido de manera intermitente y bidireccional, humillaciones, vetos, propuestas con fecha de caducidad y desconfianza; solo han necesitado dos días para hacer borrón y cuenta nueva e incluso recuperar el sueño, en el caso de Pedro Sánchez.

    ¿No será más bien que el miedo agudiza el ingenio? El resultado de este sufragio se ha valorado tanto cuantitativamente –la ultraderecha se ha convertido en tercera fuerza política (10 escaños menos entre PSOE y Unidas Podemos y 28 escaños más para Vox, entre las elecciones del 10-N y el 28-A)– como cualitativamente, pues de la “oportunidad histórica” hemos pasado, como decía el mismo Pablo Iglesias, “a la necesidad histórica” de un Gobierno de coalición y progresista.

    Un Gobierno necesario para frenar a esa derecha más rancia y antifeminista, que sigue ganando ‘prime time’ en los medios a base de declaraciones aberrantes, insoportables e incluso denunciables, que demuestran que son una amenaza, ya no a los derechos y avances de empoderamiento de las mujeres, sino un verdadero riesgo de retrocesos globales, derechos y libertades colectivas y democráticas.

    Pero, ¿a dónde nos llevará ese abrazo? Los protagonistas del mismo conocen bien la decepción que causaron sus incontrolables desacuerdos públicos ante un electorado progresista que se movilizó el 28 de abril para ejercer su derecho a voto y del que no consiguieron la misma participación para el pasado 10-N. Pero lo más importante es que sean conscientes de para qué se necesita ese Gobierno de coalición y, sobre todo, progresista.

    Lo que se demanda del acuerdo es toda una serie de medidas que corrijan la devaluación interna del país generada por las reformas laborales de 2010 y especialmente de 2012, sin olvidar la de pensiones de 2013. Reformas que han hecho aumentar la precariedad laboral, debilitando hasta puntos insostenibles la mayor herramienta de participación social y sindical, la negociación colectiva, y alimentando los mensajes catastróficos de la insostenibilidad de nuestro sistema de pensiones.

    Lo que se solicita de un Gobierno progresista es una reforma del sistema fiscal que haga aumentar el crecimiento económico, la recuperación adquisitiva de la clase trabajadora y una mejor redistribución de la riqueza que permita una sociedad más justa, inclusiva, igualitaria y sostenible.

    A estas medidas se suman las que conciernen a las mujeres de manera directa, y que se sitúan en estos momentos en la esfera política y social de manera prioritaria como es acabar con las desigualdades estructurales, materiales, económicas y culturales, erradicar la penalización laboral de género (brecha salarial, segregación vertical y horizontal, inexistencia de la conciliación y corresponsabilidad, brecha en pensiones y prestaciones, feminización de la pobreza, etc.). Y, por supuesto, la intolerable violencia contra las mujeres en cualquiera de sus manifestaciones, para lo cual es urgente apostar por la aplicación total del Convenio de Estambul y el aporte presupuestario finalista de las medidas contenidas en el Pacto de Estado, sin olvidar los aún no ratificados convenios internacionales 189 y 190 de la OIT.

    Para todo ello, el resto de fuerzas políticas tendrán que asumir su responsabilidad e incluso replantearse su relación con esa ultraderecha que lo mejor que podría pasarnos es aislarla para conseguir ese consenso constitucional que defienda los derechos humanos y civiles y que ahora son amenazados de nuevo.

    Para Comisiones Obreras ‘El Abrazo’ –cuadro de Juan Genovés– es algo muy especial, muy enraizado en nuestro ADN sindical, que nos representa y nos ha hecho fuertes; por eso creemos que la materialización de este abrazo y pacto, debería dar como resultado el desbloqueo político de este país, asegurando una investidura, pero sobre todo una legislatura estable, sostenible, donde se corrija la desigualdad, la discriminación, la precariedad laboral y vital de la ciudadanía, y se erradique definitivamente la violencia contra las mujeres.

    Elena Blasco Martín (@EBlasccoMartin) es secretaria confederal de Mujeres e Igualdad de Comisiones Obreras.