Confederación Sindical de Comisiones Obreras | 29 marzo 2024.

REVISTA TRABAJADORA, N. 72 (MARZO DE 2021)

Diversidad sexual y de género/ Del "sexilio" de nuestros pueblos a la oportunidad de contribuir a su recuperación

    José Luis Arroyo escribe sobre el "sexilio" y sobre cómo el entorno puede condicionar la vida de las personas LGTBI+.

    04/05/2021.
    Fotografía de Txefe Betancort.

    Fotografía de Txefe Betancort.

    UNA REALIDAD en el imaginario de las personas que aspiran a vivir una vida diversa con identidades distintas a la heterosexualidad es la obligación de abandonar su entorno inmediato y huir a sociedades más diversas y abiertas con las que se identifica a las sociedades urbanas frente a la creencia de que el mundo rural vive instalado en los prejuicios.

    A día de hoy, es difícil afirmar a priori que las sociedades rurales sean menos abiertas que las sociedades urbanas, porque sería negar esa vocación transformadora en el entorno rural, donde trabajan personas activistas y donde se han producido importantes avances, y además sería pintar la vida de las ciudades como idílica para la población LGTBI+, cuando los datos de agresiones denunciadas evidencian que en las sociedades urbanas sigue habiendo hostilidad hacia la diversidad, que simplemente se expresa en plenitud en determinados barrios, en el ocio o con actividades muy vinculadas al consumo, lo que produce también una diferenciación del ejercicios de los derechos en función de la capacidad y estabilidad económica. La igualdad real y la plenitud de derecho está muy distante de conseguirse en los centros educativos donde mucha infancia sufre acoso o en los centros de trabajo que a día de hoy siguen siendo un armario, por no hablar de la situación tan relegada en el mundo laboral que viven las personas transexuales, especialmente las mujeres y que son ámbitos fundamentales aunque sólo sea por el tiempo que se emplea en los mismos para la socialización.

    También es una realidad el cambio de opinión que se ha ido produciendo en los últimos años en la sociedad a cerca de la población LGTBI; donde ha sido fundamental trabajar desde el activismo para el desmontaje del sistema represivo anterior a la democracia, a periodos donde se han ido adquiriendo visibilidad e igualdad formal de derechos y presencia en organizaciones como CCOO, que afortunadamente se irradian en muchos ámbitos de la organización y por consiguiente, también de la sociedad, aunque sin duda lejos de alcanzar el grado de participación y presencia que por razones aunque solo sean aritméticas corresponden al colectivo.

    Ciertamente, el compromiso con las grandes causas de la historia, tanto en España como en el mundo, por parte del activismo LGTBI+ siempre ha existido, a pesar de saber que víctimas o héroes siempre serían borradas de la memoria colectiva, y lo que es más importante siempre podrán contar con él, por nuestra capacidad de adaptación y vocación de transformación de los ambientes hostiles.

    Sin duda es una asignatura pendiente que la construcción de la memoria en la sociedades democráticas se haga desde la diversidad con la finalidad de construir más democracia y garantizar el avance en derechos humanos, la nuestra está escrita con páginas constantes de la represión, la estigmatización y patologización vivida, que explican en buena medida el miedo sentido a “ser”, la huida permanente, la ocultación e incluso la imposibilidad de poder ejercer el derecho a defenderse ante muchas agresiones verbales cuando no físicas que se viven desde los entornos más inmediatos, desde la escuela y que muchas personas siguen viviendo en el centro de trabajo, como consecuencia de la dictadura impuesta por el machismo heterosexista.

    La construcción de nuestras identidades ha ido muy ligada a la necesidad de saber entenderse para después optar entre la huida o el encierro en el entorno en el que se ha nacido y crecido y que representan nuestras familias y nuestros pueblos, donde además es difícil encontrar referente positivo y de éxito en la construcción de un proyecto vivencial pleno. Así pues, no son las razones económicas las más importantes para la toma de decisión, sino que prima el poder desarrollarte plenamente como persona aunque el peaje sea dejar atrás también una parte de tu identidad y sabiendo que cualquier tipo de retorno sería la vuelta al armario y al silencio.

    No obstante, aunque haya mucho sufrimiento en la vida de muchas personas, el colectivo LGTBI+ en su conjunto ha sabido crear una historia de éxito por su capacidad de resilencia, adaptación y la necesidad de reconstruirse continuamente. Ha sabido ver la oportunidad donde otros sólo veían decadencia y destrucción recuperando los barrios degradados de grandes ciudades y convirtiéndolos en centros pujantes económicos y de empleo. Ha sabido observar las oportunidades, encontrar la innovación y ponerlas en beneficio del bien común y la comunidad, lo que puede favorecer la transformación de los pueblos.

    Además el activismo en el mundo rural, entre el que se encuentran sindicalistas de CCOO, ha empezado a emerger con fuerza en la última década y son muchas las instituciones y organizaciones que trabajan sobre el terreno para poner fin a esta realidad que es el “sexilio”. Además dichas organizaciones, han conseguido ver las oportunidades que a día de hoy, el mundo rural puede ofrecer a la población LGTBI+ y sin duda, la diversidad al mundo rural, más cuando en la era digital y de las redes sociales, el anonimato ya ha dejado de ser una opción en las grandes ciudades.

    El trabajo realizado ha permitido desarrollar actividades culturales, educativas, políticas o sindicales que han permitido el poder observar resultados positivos de una manera rápida en materia de sensibilización y visibilidad de la población LGTBI+ y además llegar por medio de esas actividades a ámbitos diversos y diferenciados del mundo rural, como pueden ser familias, infancia, tercera edad… frente a las experiencias en el mundo urbano que porcentualmente, salvo los grandes eventos, llegan a una parte de la población más limitada y en la mayoría de los casos más familiarizada y sensibilizada con la lucha contra la discriminación del propio colectivo.

    También es un reto importante, el desarrollo normativo emprendido por las Comunidades Autónomas, también gracias a la visibilización de referentes políticos LGTBI+ que han llegado a las instituciones fundamentalmente en la filas de la izquierda, y que ha permitido incorporar nuestra visión al debate de las leyes actuales y los proyectos en tramitación y lo que es más importante ayudar a la resolución de los grandes problemas que tiene la sociedad, como puede ser trazar una agenda en la lucha contra la despoblación que permita poner fin a una injusticia, el “sexilio” y a favorecer el retorno de aquellas personas que decidieron abandonar el entorno y que entre sus opciones nunca estuvo el retornar.

    También esa necesidad de promover la igualdad real y la diversidad debe formar parte de la agenda del sindicalismo de clase en el conjunto del Estado, garantizando que estar presentes en el papel de agentes sociales con los interlocutores de la empresa y también con los Gobiernos y que permitan entender que la diversidad no es sólo justicia, es también oportunidad de incorporar fuerzas y población para construir sociedades más plurales en los municipios menos poblados.

    En ese sentido, la diversidad, el pluralismo y las políticas LGTBI+ deben ser una competencia más de los municipios y de la labor que desempeñan en el día a día los ayuntamientos, y además debe estar presente en las sociedades rurales por medio del resto de las políticas que se diseñan desde una estrategia multinivel y que afectan a ámbitos tan diferentes pero a la vez tan conectados como pueden ser la escuela rural, la sanidad, los servicios sociales o la cultura.

    En definitiva, la realidad en este siglo XXI, viene a evidenciar un nuevo fenómeno que es la despoblación rural y la población LGTBI+ posiblemente sea una de las grandes oportunidades que tiene ese mundo rural por explorar para garantizar su supervivencia, más cuando el anonimato ha dejado de ser una opción, ya que las diversidad aporta pluralismo, el bagaje de la resilencia, de la necesidad de reinventarse y transformar y el poder contribuir a llenar esos pueblos en riesgo de vaciarse con más familias y más personas que sin duda pueden garantizar una contribución a la vida económica, cultural y política del que el mundo rural no se puede permitir el lujo de prescindir.

    José Luis Arroyo (@JLArroyoS) es secretario general de CCOO de Toledo.

    Revista Trabajadora, n. 72 (marzo de 2021).