Confederación Sindical de Comisiones Obreras | 23 abril 2024.

OPINIÓN

El discurso y los hechos: la cruda realidad de Afganistán

    Elena Blasco Martín, secretaria confederal de Mujeres e Igualdad de CCOO, escribe el siguiente artículo para la revista El Siglo de Europa, 14 de septiembre de 2021.

    21/09/2021.
    Elena Blasco.

    Elena Blasco.

    LA DISTANCIA entre lo que se dice y lo que se hace indigna en este hipócrita mundo en el que vivimos; pero en el caso de Afganistán y las mujeres clama al cielo. Las mujeres han sido utilizadas como titular, como excusa, como argumento de propaganda. Las mujeres han servido como moneda de cambio para justificar las acciones más atroces o los intereses más espurios, las guerras sobre el terreno o vía Twitter. Cuando en 2001 Estados Unidos entró en Afganistán en su denominada ‘guerra al terror’, la libertad de las mujeres fue una de sus banderas y, frente al horror talibán, exhibieron las fotografías de afganas en minifalda en la época soviética (ya saben, la indumentaria parece siempre lo más importante para nosotras). Con minifalda o no, lo cierto es que, según cuentan las propias mujeres de allí y quienes conocen bien el terreno, la presencia occidental durante 20 años no ha sido la panacea de libertades que se nos quiere vender; los avances han sido tímidos y circunscritos a las ciudades, y hemos mirado a otro lado cuando, por ejemplo, el presidente Hamid Karzai, aprobó un Código de Conducta que obligaba a las mujeres a viajar acompañadas, entre otras cosas.

    La tragedia a la que ahora estamos asistiendo con esta retirada acelerada y mal planificada, la rendición del país a los talibanes en apenas ocho días, la desastrosa evacuación y las masacres terroristas no hace sino ahondar en el derrumbe de ese castillo de naipes que era el discurso paternalista de la supuesta ‘salvación’ a las afganas. Porque las hemos abandonado. No sólo no hemos sido consecuentes durante todos estos años, sino que ahora las dejamos a su suerte de nuevo en el más absoluto horror. Recordemos que los talibanes impedían estudiar a las niñas, no dejaban a las mujeres salir de casa solas y hasta llegaron a prohibir el canto y la risa. Hoy ya se están produciendo registros casa por casa y acoso a mujeres activistas, y muchas no han podido regresar a trabajar. Ni hay ‘moderación’, ni puede ser nunca ‘moderado’ quien atenta contra los derechos humanos.

    Ante esta cruda realidad, ¿dónde estamos? ¿Qué plantean Estados Unidos y Europa? Frente a una Unión Europea que, al margen de las frases bonitas de sus discursos, parece más preocupada en evitar a los refugiados y refugiadas que en acogerlos, desde CC OO hemos reclamado el establecimiento urgente de un corredor humanitario: esta crisis no se resuelve con unos pocos miles de personas evacuadas. Hemos reclamado también una movilización de la comunidad internacional a través de Naciones Unidas para buscar la protección de los derechos humanos en Afganistán. Además, junto con las mujeres y las niñas, es preciso proteger especialmente a las personas LGTBI, que también sufren y han sufrido una persecución específica por parte de los talibanes. Y hay que apoyar a las organizaciones y activistas que llevan todo este tiempo luchando sobre el terreno y allí permanecen. Como los sindicalistas de NUAWE, el único sindicato independiente y democrático que operaba en el país y cuyos dirigentes han recibido ya amenazas. O las reporteras de Rukhshana Media, una web local que cubre los derechos de las mujeres en el país y que nos dieron a conocer hace poco en el eldiario.es.

    Es la hora de dejar de hablar y pasar a la acción. Porque ya no se trata de discursos, fotos, memes o eslóganes: muchas mujeres y hombres en Afganistán están sufriendo y viendo sufrir a sus familias, desesperados y desesperadas ante un futuro que parece un precipicio de terror. Y sí, por lejano que nos parezca, esto nos incumbe a todos y todas en los países occidentales. Por humanidad. Pero también por responsabilidad histórica; y porque sería de una cortedad de miras inexplicable no darse cuenta de que dejar que un régimen así campe a sus anchas terminará siendo un peligro para todos y todas. Se me viene a la cabeza estos días aquel texto que durante tanto tiempo se atribuyó a Bertolt Brecht. Al parecer no es del autor alemán, sino de un pastor luterano llamado Martin Niemöller, pero es igualmente pertinente en los tiempos que corren:

    Cuando los nazis vinieron a llevarse a los comunistas, guardé silencio, porque yo no era comunista,

    Cuando encarcelaron a los socialdemócratas, guardé silencio, porque yo no era socialdemócrata,

    Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas, no protesté, porque yo no era sindicalista,

    Cuando vinieron a llevarse a los judíos, no protesté, porque yo no era judío,

    Cuando vinieron a buscarme, no había nadie más que pudiera protestar”.

    Si dejamos que se socaven los derechos y libertades de otros y de otras, terminaremos perdiendo los nuestros sin que haya nadie que pueda protestar. Así es que, por ellas y por nosotras, pasemos de las palabras a los hechos.