Confederación Sindical de Comisiones Obreras | 29 marzo 2024.

REVISTA 'TRABAJADORA', N. 75 (JULIO, 2022)

Informe Cuidados / Hacia la revolución de los cuidados, por María Eugenia R. Palop

    Hace unos días el Parlamento Europeo aprobó un informe clave sobre cuidados en el que se fija una hoja de ruta y se pide a la Comisión Europea que sea ambiciosa con la Estrategia de cuidados que publicará, previsiblemente, el 7 de septiembre. 

    26/07/2022.
    Una mujer cuida a una persona anciana en silla de ruedas. Imagen de Pixabay.

    Una mujer cuida a una persona anciana en silla de ruedas. Imagen de Pixabay.

    Frente a quienes privatizan y hacen negocio con los cuidados o con la educación infantil; frente a quienes se han negado a investigar lo ocurrido durante la pandemia en las residencias; frente a los sistemas opacos que no garantizan cuidados dignos a quienes los necesitan y derechos laborales a quienes cuidan, se requiere una acción europea común que parta, al menos, de cuatro premisas: 

    1.         Los cuidados no se pueden convertir en un producto de mercado, son un bien público y su prestación depende necesariamente de servicios públicos bien financiados. En la UE, más de un tercio de los hogares (que en determinados países llega al 50%) precisan de cuidados de larga duración, pero no pueden permitirse los cuidados profesionales. La media indica que alrededor del 75% de las personas mayores con necesidades de cuidados habituales caerían por debajo del umbral del “riesgo de pobreza” si gastasen sus ingresos en servicios de asistencia domiciliaria, sin ayuda social.

    2.         Las personas que necesitan ser cuidadas son las que deben estar en el centro de las políticas y los servicios de atención. Su participación tiene que ser activa. Así que hay que repensar los modelos de cuidados, como ya se está haciendo en España.

    3.         Se tienen que garantizar condiciones de trabajo dignas y hay que tomar medidas para abordar el cuidado informal. Los cuidados informales tienen un valor económico de entre el 2.4% y el 2.7% del PIB de la UE, más de lo que muchos Estados miembros gastan en cuidados formales. 

    4.         Los cuidados tienen un altísimo impacto de género. Casi el 90 % de las personas cuidadoras son mujeres, lo que implica que sufren brechas salariales y de pensiones. Son más pobres porque cuidan.

    En el informe del Parlamento Europeo se atiende a estas cuatro premisas y se va más allá de los dos ámbitos que contempla la Comisión: cuidados de larga duración y educación infantil y atención a la primera infancia, considerando tanto a las personas que necesitan cuidados, como a las personas cuidadoras. 

    Se asume que priorizar los cuidados (y la inversión) en las políticas europeas y de los Estados miembros es la “única respuesta viable y sostenible a los retos a los que, desde hace tiempo, se enfrenta el sector y que se han visto agravados por la pandemia”. Y se apuesta por reformar los sistemas de cuidados y de seguridad social, promoviendo la resiliencia ante futuras crisis.

    Preocupan el cambio demográfico y el envejecimiento de la población, así como las transformaciones que inevitablemente se producirán al hilo de las transiciones ecológica y digital en Europa. Previsiblemente, supondrán un incremento de la demanda de servicios de cuidado en un sector ya muy sobrecargado, que no se puede permitir mantener niveles tan bajos de personal y de financiación, con las implicaciones que ello conlleva en términos de prestación del servicio y de condiciones de trabajo. 

    De manera que necesitamos medidas ambiciosas que, entre otras cuestiones, se concreten en la creación de empleos de calidad que garanticen condiciones de trabajo dignas porque, en caso contrario las cargas para las personas cuidadoras no profesionales, en su mayoría mujeres, acabarán siendo insoportables. El envejecimiento de la población provocará un fuerte aumento de la demanda de cuidados de larga duración. El número de personas de más de 65 años aumentará un 41%, hasta los 130,1 millones, en los próximos 30 años. Esto es: el número de personas que precise de cuidados de larga duración en la UE se elevará a 33.7 millones en 2030 y 38.1 millones en 2050. Que cada cual saque sus conclusiones.

    A todo lo anterior hay que añadir que, como queda recogido en el informe, el trabajo de cuidados se asocia a menudo con importantes efectos negativos en la salud física y mental de las personas cuidadoras y con dificultades de conciliación. La retribución que reciben es inadecuada, muy inferior a la retribución media. Las condiciones de trabajo y empleo son difíciles, el número de contratos temporales y de trabajo a tiempo parcial demasiado elevado, las jornadas laborales muy largas, y las labores muy exigentes desde el punto de vista físico y psicológico. Además, “el sector se enfrenta a retos suplementarios derivados de las nuevas formas de empleo atípico y de una gran proporción de trabajo no declarado”.

    Estos problemas se acrecientan debido a la precariedad del diálogo social y la escasa cobertura con convenios colectivos, que impacta de manera negativa en los niveles salariales y las condiciones de trabajo, así como en la accesibilidad y la calidad de los servicios.

    No podemos olvidar, por otra parte, que en la Unión Europea el 80 % de los cuidados los asumen cuidadores/cuidadoras no remunerados y no profesionales, y que en un 75 % de los casos, son mujeres. Las responsabilidades de cuidados mantienen a unos 7,7 millones de mujeres fuera del mercado laboral, frente a solo 450.000 hombres. Por la misma razón, 8,9 millones de mujeres trabajan a tiempo parcial frente a 560 000 hombres e, incluso cuando tienen un empleo a tiempo completo, las mujeres dedican cada semana trece horas más a los cuidados no remunerados que los hombres. 

    Se calcula que la "penalización de los cuidados no remunerados" que sufren las mujeres en la Unión Europea (los ingresos que han dejado de percibir) asciende a 287.000 millones de euros al año. Y a ello se suma la tensión emocional, el agotamiento y la interrupción en sus planes de vida, debido a la falta de apoyo económico y social.

    Como señala el Informe del Parlamento Europeo, “una Europa que cuida es una Europa que presta una mejor atención tanto a los beneficiarios de los cuidados como a sus cuidadores”. Las mujeres están sobrerrepresentadas en esos dos grupos: los cuidados constituyen, sin duda, un ámbito en el que se reproducen las brechas de género en el empleo, retribución y pensiones, de manera que se hace imprescindible valorar y repartir las responsabilidades de cuidado entre hombres y mujeres. En consecuencia, la lucha contra la sobrerrepresentación de las mujeres en el sector de los cuidados, es también una lucha contra la discriminación por razón de sexo, edad, capacidad y otras formas interseccionales de discriminación.

    Quiero terminar señalando que hemos logrado incorporar una referencia a un futuro Pacto Europeo por los cuidados, algo que hemos defendido desde prácticamente el inicio de la legislatura y que no se había logrado sacar adelante en otros informes. Hemos pedido a la Comisión que se base en las dos recomendaciones del Consejo, sobre los cuidados infantiles (revisión de los objetivos de Barcelona) y sobre los cuidados de larga duración, para presentar un Pacto de cuidados para Europa. Un Pacto que fomente la transición hacia una economía de cuidados transformadora de género, que reconozca los cuidados como un derecho y los considere la columna vertebral de nuestra sociedad. 

    Siempre he estado convencida de que la de los cuidados es nuestra gran revolución pendiente y de que la clase revolucionaria del siglo XXI somos y seremos las mujeres.

    Informe del parlamento Europeo

    María Eugenia R. Palop (@MEugeniaRPalop ) es profesora de Filosofía del Derecho en la Universidad Carlos III de Madrid y eurodiputada