Confederación Sindical de Comisiones Obreras | 19 abril 2024.

REVISTA 'TRABAJADORA', N. 75 (JULIO, 2022)

Sindicato de Hombres y Mujeres / Un sindicato de iguales en una sociedad en transformación, por Vicente Sánchez Jiménez

    Los datos de afiliación parecen confirmar la tendencia. En el último periodo las mujeres se afilian al sindicato en un porcentaje comparativamente mayor que el de los hombres. A este ritmo de crecimiento es posible que dentro unos años debamos hablar de un sindicato de mujeres y hombres, pues todo indica que habrá un mayor número de afiliadas que de afiliados.

    28/07/2022.
    Vicente Sánchez Jiménez, secretario confederal de Transiciones Estratégicas y Desarrollo Territorial, a las puertas de la sede confederal de CCOO, Fotografía de Julián Rebollo

    Vicente Sánchez Jiménez, secretario confederal de Transiciones Estratégicas y Desarrollo Territorial, a las puertas de la sede confederal de CCOO, Fotografía de Julián Rebollo

    Esta realidad no es fruto de la casualidad, sino que tiene su origen en el trabajo del conjunto de las estructuras del sindicato. Este impulso permanente, no exento de sinsabores, logra visibilizar la necesidad de cambios en las formas y contenidos del quehacer diario de la organización, tanto en la propia acción sindical como en los elementos organizativos que nos son propios. 

    La labor sindical cotidiana sigue sumando aspectos cada vez más concretos referidos a la equiparación de las condiciones de trabajo de las mujeres con respecto a las de los hombres. La negociación colectiva es determinante en el avance de muchas de estas cuestiones. Algunas de ellas ya forman parte de las decisiones posteriores del actual Gobierno, como la reducción del número total de plantilla para que las empresas dispongan de un plan de igualdad. 

     A ello debemos sumarle la mejora de la estructuración de los convenios colectivos de algunos sectores muy feminizados, empezando por la progresiva eliminación del lenguaje machista de su redactado, hasta llegar a un desarrollo convencional similar al de marcos de negociación más maduros y de larga tradición, buena parte de estos últimos de sectores masculinizados. Igualmente hay que señalar que con la crisis económica de 2008 también se logra, en algunos casos, el cambio de percepción que el conjunto de la sociedad tiene de algunos sectores productivos altamente feminizados, pues sus puestos de trabajo se consideran simplemente como un añadido a los ingresos familiares, más que como una verdadera profesión. La pérdida del empleo en sectores muy masculinizados, durante esos años, conlleva que el principal sustento de muchas familias provenga del salario que hasta ese momento se entiende como complementario, con el empoderamiento que esto supone. Las trabajadoras de sectores como la limpieza y la dependencia son buen ejemplo de ello. 

    Por otra parte, la cada vez mayor presencia de mujeres en los órganos de dirección y las listas de las elecciones sindicales ayuda a que otras compañeras y trabajadoras vean nuestro sindicato como una organización abierta e igualitaria, donde el techo de cristal salta por los aires gracias a las medidas de discriminación positiva introducidas en nuestras normas. La inclusión en nuestros estatutos de la denominación como sindicato feminista supone de facto el último paso para que las políticas de igualdad sean un elemento transversal en nuestra actividad habitual. 

    Está claro que cada hito alcanzado, por pequeño que sea, se convierte en una parte imprescindible de unos cambios constantes y constatables, aunque seamos conscientes de que aún se encuentran lejos de nuestros deseos y su ritmo de consecución, en muchas ocasiones, es más lento de lo que nos gustaría. 

    En todo caso debemos continuar con el mismo tesón que nos inculcaron las compañeras que hace décadas, con una mayor conciencia feminista, fueron el germen de los logros hoy conseguidos. Más si cabe ahora que la ultraderecha, entre otros, está intentando revertir buena parte de los avances logrados. En este sentido, es imprescindible seguir trabajando para que la transformación del tejido productivo no refuerce los elementos de desigualdad, sino que por el contrario sea una ventana de oportunidad para lograr una sociedad y un mercado de trabajo inclusivos. Cuestiones como la transición ecológica, la digitalización económica, la propia cohesión territorial, el desarrollo de una verdadera sociedad de la investigación y la formación a lo largo de la vida son elementos indispensables para lograr este objetivo y conseguir una efectiva transición justa. 

     Para ello debemos seguir reforzando nuestra labor pedagógica, la cual comienza en el interno del sindicato, haciendo ver a las diferentes estructuras, compañeros y compañeras, la necesidad de seguir aflorando la discriminación de las mujeres por el mero hecho de serlo. Con esta labor no solo se logra el objetivo de mejorar las condiciones de trabajo de las mujeres, sino las de todas las personas trabajadoras. De la misma forma que la consecución de la igualdad entre mujeres y hombres fuera de los centros de trabajo también supone un avance para el conjunto de la sociedad.

    Vicente Sánchez Jiménez, (@ResilienciaCCOO) es secretarioconfederal de Transiciones Estratégicas y Desarrollo Territorial de CCOO.