Confederación Sindical de Comisiones Obreras | 29 marzo 2024.

POR EL MUNDO/ REVISTA TRABAJADORA

Cáncer de mama y trabajo: superar la ignorancia y la negación a nivel internacional, de Laurent Vogel

    "LOS ESTUDIOS epidemiológicos de los cánceres a menudo ignoran a las poblaciones femeninas y los médicos que atienden estos casos raramente preguntan sobre sus condiciones de trabajo”.

     

    20/03/2019.
    Fotografía de Txefe Betancort.

    Fotografía de Txefe Betancort.

    LAS ASOCIACIONES de víctimas del cáncer de mama son numerosas. Su acción contribuye a modificar la relación entre pacientes y mundo sanitario. En Francia, la enfermera Sylvie Pioli creó la asociación CycloSein. La asociación de Sylvie tiene algo de particular porque pretende promover la prevención eliminando los factores de riesgo ocupacional. Su caballo de batalla es poner en evidencia el vínculo entre el trabajo nocturno y el cáncer de mama.

    Sylvie trabajó durante 30 años como enfermera en un hospital. A lo largo de su carrera profesional, ella realizó parte de su trabajo en horario nocturno. En diciembre de 2014, mientras se duchaba, notó un bulto en el seno derecho. Gracias a su profesión pudo beneficiarse de una atención muy rápida. Ocho días después tuvo conocimiento del diagnóstico. Cáncer de mama. Cirugía a principios de enero de 2015, radioterapia durante tres meses, terapia hormonal durante cinco años. El día de su operación, como muchos pacientes, le da vueltas a la cabeza. Ningún factor de riesgo específico le permite explicar su cáncer. El anestesista le dice: "No busques más, el cáncer de mama y el trabajo nocturno están relacionados”. Después de pasar por el largo trámite de las terapias, se rebela. En 30 años nadie le ha informado de los riesgos de cáncer ligados al trabajo nocturno. Sylvie comienza a poner todo en cuestión en su entorno. Se transforma en una paciente crítica que no duda en interpelar a los médicos sobre los límites de su conocimiento. Consulta la literatura científica. En particular accede a los resultados del estudio CECILE, una investigación epidemiológica, realizada en dos departamentos del oeste de Francia, que compara las trayectorias profesionales de aproximadamente 1.300 mujeres que desarrollaron cáncer de mama entre 2005 y 2007 y otras 1300 mujeres: el riesgo de cáncer de mama aumenta alrededor de un 30% en las mujeres que han trabajado de noche en comparación con el resto. Este aumento del riesgo es particularmente pronunciado para las mujeres que trabajaron en horario nocturno durante más de cuatro años, o en aquellas en las que el ritmo de trabajo fue de al menos tres noches por semana, implicando cambios de fase más frecuentes entre el ritmo diurno y el ritmo nocturno.

    Conocí a Sylvie con ocasión de una jornada de formación sindical sobre el papel de las condiciones de trabajo en el cáncer de mama. Pronto quedó claro que las asociaciones y los sindicatos tienen mucho que aprender unos de otros si queremos desarrollar una acción preventiva efectiva.

    En América del Norte, la investigación científica ha abordado de forma más sistemática el vínculo entre las exposiciones ocupacionales y el cáncer de mama. Tradicionalmente, la epidemiología de los riesgos laborales se centra sobre todo en los cánceres de los hombres. Y esto termina generando un círculo vicioso. Un viejo estereotipo es que las trabajadoras no suelen verse afectadas por cánceres ocupacionales. Como resultado, los estudios epidemiológicos de los cánceres a menudo ignoran a las poblaciones femeninas y los médicos que atienden estos casos raramente preguntan sobre las condiciones de trabajo cuando diagnostican a una mujer de cáncer. La negación sistemática se ve reforzada por los sistemas de reconocimiento de enfermedades profesionales: son muy raros los casos de trabajadoras que consiguen que se reconozca su cáncer en este marco. En la década de los 70 del siglo pasado, en América de Norte, se desarrolló un movimiento de contestación entre las mujeres afectadas por cáncer de mama. Se centró simultáneamente en las terapias, en el estudio de la dominación del mundo médico sobre las mujeres y sus cuerpos y en el papel de determinados entes, como la producción masiva de carcinógenos por parte de la industria. En el contexto de este último elemento fue donde se comenzó a explorar el papel de las condiciones de trabajo. El mundo de la investigación no empezó a plantear cuestiones pertinentes hasta que esta movilización feminista comenzó a influir en las prioridades de la comunidad científica.

    Un número reciente de la revista New Solutions presenta los resultados de la investigación realizada entre 2002 y 2017 en dos artículos complementarios. El primero presenta una síntesis de los datos de 142 publicaciones. El segundo pone en evidencia las necesidades de transformación de la producción científica. Una de las deficiencias más comunes es que quienes investigan rara vez asocian a las trabajadoras con el diseño de su proyecto: este fue el caso en solo tres de los 142 estudios revisados.

    Entre tanto trabajo que queda por hacer, se deben hacer dos apreciaciones: por un lado, se puede levantar una cartografía por grupo ocupacional que muestre un aumento del riesgo de cáncer de mama en ciertas ocupaciones; por otro lado, ya se conocen un conjunto de exposiciones profesionales que contribuyen a esta situación: radiaciones ionizantes y agentes químicos que se encuentran especialmente en disolventes, pesticidas, en algunos cosméticos, etc. En 2007, el trabajo a turnos que incluye horarios nocturnos fue clasificado como probable carcinógeno en humanos (categoría 2A) por la Agencia Internacional de Investigación sobre el Cáncer (IARC). También se sospecha que el estrés y las largas jornadas de trabajo aumentan el riesgo de cáncer de mama. La acción de los disruptores endocrinos no debe descuidarse.

    Hay mucho en juego. Con más de 93.000 muertes en 2014, el cáncer de mama es la principal causa de mortalidad por cáncer entre las mujeres de la Unión Europea, mientras que es muy raro entre los hombres (alrededor de 1.000 fallecimientos al año). En Europa, el número de nuevos diagnósticos de cáncer de mama tiende a aumentar de año en año, en tanto que la mortalidad se ha reducido gracias a las detecciones tempranas y a la mejora de la eficacia de los tratamientos. Según un estudio publicado el año pasado por el Instituto Sindical Europeo (ETUI), una prevención eficaz de los factores profesionales permitiría evitar un mínimo de 35.000 casos de cáncer de mama cada año en Europa.

    Y sin embargo, casi todas las campañas contra el cáncer de mama que se ponen en marcha continúan ignorando el papel que desempeñan las condiciones de trabajo.

    Algunas iniciativas sindicales están empezando a romper este silencio. En Canadá, los sindicatos se han movilizado debido a la aparición de un número anormalmente alto de casos de cáncer de mama entre las trabajadoras de aduanas asignadas en uno de los puentes en los que se produce un intenso intercambio de mercancías entre Estados Unidos y Canadá. Estas trabajadoras están expuestas diariamente a los humos procedentes de los motores de 7.000 camiones. En otros factores que pueden haber contribuido a estos cánceres se incluyen el trabajo por turnos y el estrés. El presidente del sindicato de aduanas e inmigración de Canadá ha solicitado que se abra una investigación pública sobre esta cuestión. Considera que estas mujeres, y también algunos agentes de aduanas, están viéndose afectados de cáncer causado por sus condiciones de trabajo. En Francia, varias organizaciones sectoriales y territoriales del sindicato CFDT han lanzado una campaña ambiciosa para crear conciencia y movilizarse en torno al cáncer de mama de origen laboral. Los principales instrumentos de esta campaña son un folleto y un cuestionario. El cuestionario forma parte de una encuesta dirigida a trabajadoras que se centra en exposiciones ocupacionales, el historial ginecológico y médico, el hecho de que la trabajadora esté recibiendo o haya recibido tratamiento para el cáncer de mama, las discriminaciones que hayan podido producirse y otros factores. Se trata de una encuesta-acción llevada a cabo por las organizaciones sindicales con los objetivos de mejorar la prevención, de lograr reconocimiento como enfermedad profesional del cáncer de mama entre las mujeres expuestas a este riesgo en sus lugares de trabajo y de combatir contra la discriminación que puedan estar sufriendo las trabajadoras afectadas. Basándose en este cuestionario, los datos que se recopilen se harán función del conocimiento que las trabajadoras tienen de sus condiciones de trabajo.

    Laurent Vogel es investigador en el Instituto Sindical Europeo (ETUI) (@ETUI_org) en la unidad Condiciones de Trabajo, Salud y Seguridad y es profesor en la Universidad Libre de Bruselas y en la Universidad París 13.

    Revista Trabajadora, n. 66 (marzo de 2019).