Confederación Sindical de Comisiones Obreras | 28 abril 2024.

REVISTA "TRABAJADORA"

Entrevista / Carolina Vidal López: “Ser un sindicato feminista supone buscar un orden social distinto”, de Diana García Bujarrabal

    Carolina Vidal López, secretaria confederal de Mujeres, Igualdad y Condiciones de Trabajo de Comisiones Obreras tras la celebración del 12º Congreso Confederal de CCOO, nació en Madrid, pero se formó y ha vivido la mayor parte de su vida en Castilla-La Mancha, donde estudió Derecho y donde, durante más de 20 años, ha ejercido como abogada laboralista en la Asesoría Jurídica regional del sindicato. En 2017, tras el 9º Congreso regional de CCOO CLM, fue nombrada secretaria de Acción Sindical y Formación Sindical en el sindicato en Castilla-La Mancha. A la Comisión Ejecutiva Confederal llega con el bagaje de todos estos años y el convencimiento de que es posible y necesario situar las políticas de igualdad en el centro de la acción sindical.

    12/04/2022.
    Carolina Vidal López durante la concentración sindical en Madrid el pasado 8 de marzo. Fotografía de Julián Rebollo

    Carolina Vidal López durante la concentración sindical en Madrid el pasado 8 de marzo. Fotografía de Julián Rebollo

    La materia que abarca esta secretaría es muy amplia, pero ¿cuáles son los objetivos que se plantea en este nuevo mandato?

    El primero de ellos, evidentemente, es lograr que la materia de igualdad,  la perspectiva de género, sea transversal a todas las cuestiones sindicales. Las discriminaciones directas sabemos luchar contra ellas, pero para luchar contra las indirectas necesitamos atravesar con la perspectiva de género cualquier diagnóstico que podamos hacer de las diferentes situaciones laborales que se planteen. Por tanto, necesitamos llevar al Diálogo Social la perspectiva de género, negociar colectivamente con perspectiva de género y, sobre todo, hacer discursos económicos con perspectiva de género. Además, tenemos que desarrollar sociopolíticamente las claves que aprobamos en el último Congreso, hacer que este sea un sindicato no con feministas, sino feminista, y eso supone llevar el feminismo a nuestro lugar habitual, que es el centro de trabajo. 

    Efectivamente, uno de los hitos del último Congreso fue la inclusión del feminismo en los Estatutos. ¿Qué cambio ha de suponer?

    Hablar de un sindicato feminista supone que asumimos dentro de nuestros principios que tenemos que buscar un orden social distinto, un orden social que propugne lo colectivo, que no verse sobre la tolerancia al género femenino, sino sobre el respeto y sobre una cultura y una ideología para todos y para todas. El feminismo es hacer las cosas de otra manera, organizarnos de otra manera y, desde luego, apostar por otros valores muy distintos a los que han imperado en la sociedad actual y que han sido la competitividad, el liberalismo económico, la supremacía de unos grupos sobre otros… El feminismo tiene que ver con lo colectivo, el diálogo, el compartir, el organizar las cosas para que digamos un sí a la vida y un sí al trabajo. 

    ¿Y a nivel interno? 

    A nivel interno supone que desde las secretarías de mujeres tenemos que pilotar ese cambio social revolucionario que queremos iniciar desde la propia organización. Tenemos que dar un orden feminista a todo lo que hacemos y modernizar la Negociación Colectiva. También mirar de manera paritaria a la organización y adaptar los medios y las formas para que las mujeres estemos en igualdad de condiciones organizativamente. ¿Hemos cambiado? Hemos cambiado. Tras este Congreso hay más secretarias generales, más secretarias de organización y más secretarias de acción sindical, que ha sido una parcela muy masculinizada durante muchos años.  

    Hay una modificación también en la denominación de la propia secretaría confederal, ¿qué aporta ese 'apellido' de Condiciones de Trabajo?

    Para tener libertad hay que tener cama y casa, como han dicho Virginia Wolf y tantas otras escritoras e intelectuales. Para poder ser libres, tenemos que ser independientes y para poder ser independientes también económicamente necesitamos unas condiciones de trabajo que no sean precarias. Actualmente, las mujeres tenemos condiciones de trabajo mucho peores que las que tienen los hombres. Por tanto, entendimos que tratar las condiciones de trabajo era clave para poder batallar contra las discriminaciones de género, hoy por lo general tan indirectas. Desde cómo se negocian los complementos salariales que se remuneran mes a mes hasta cómo negociamos y desarrollamos los derechos de conciliación. Ser un sindicato feminista nos impone que esa conciliación tiene que ser corresponsable, por ejemplo. Es fundamental tener buenas condiciones de trabajo para las mujeres, para propugnar efectivamente la igualdad. 

    En esa labor concreta con las condiciones de trabajo tienen especial relevancia los planes de igualdad, y más con los últimos avances normativos que incrementan el número de empresas obligadas a tenerlos. ¿Cómo se están afrontando?

    Los planes de igualdad no son algo que haya caído antes de ayer. Se regulan en el año 2007 en la Ley de Igualdad como una herramienta para negociar condiciones de trabajo en las empresas que apuesten por la no discriminación y por alcanzar como objetivo la igualdad entre mujeres y hombres. Es cierto que ahora tenemos dos  reales decretos que lo desarrollan, el 901 y el 902, y el umbral de obligatoriedad a partir de 50 personas en plantilla. El plan de igualdad, para las CCOO, como bien hemos desarrollado este 8M, es desde luego un instrumento jurídico y legal clave para apostar por medidas que superen las discriminaciones. Y eso es lo que defendemos desde el feminismo. De ahí la ecuación de que el plan de igualdad es la herramienta feminista para las CCOO, la mejor herramienta que hemos tenido y tendremos. ¿Tienen dificultades? Las tienen. Y probablemente haya parte de la sociedad que no entienda que son de primera necesidad para la convivencia;pero desde luego desde CCOO pensamos lo contrario: es clave para la convivencia social y democrática que los planes de igualdad sean una realidad. 

    ¿Nos puedes poner ejemplos concretos de cómo pueden estos planes de igualdad transformar la realidad?¿Qué le explicaría a una trabajadora que no conozca esta herramienta?

    Tenemos que diferenciar entre hacer planes de igualdad y hacer buenos planes de igualdad. Esto último pasa por un buen diagnóstico que nos permita saber qué circunstancias discriminatorias en ocasiones estamos sufriendo o manteniendo a veces sin saberlo en las empresas. Y, en segundo lugar, negociar medidas efectivas que vayan a paliar esos nichos de discriminación que hay en cada centro de trabajo. Las mujeres sufrimos discriminaciones cuando llegamos a la relación laboral, momento en el que llegamos a sectores claramente feminizados y, dentro de las empresas, a funciones claramente masculinizadas o feminizadas en su caso; llegamos con determinados contratos temporales, a determinados puestos; se nos han ofrecido siempre - esperamos que cambie con la reforma laboral- relaciones laborales de una mayor temporalidad; con una mayor parcialidad. Y luego las discriminaciones siguen a lo largo de la vida laboral, con una formación profesional a lo largo del tiempo mucho más corta, sufriendo el desgaste y las consecuencias de la  conciliación, siendo penalizadas por la maternidad, sufriendo brecha salarial en parte también  consecuencia de que se remuneran conceptos muy masculinizados, como el esfuerzo físico o turnos imposibles; y terminamos esa relación laboral con carreras profesionales más cortas y pensiones más bajas. Por estos tres momentos tiene que pasar el plan de igualdad: a la llegada de la relación laboral, durante todos estos años que dura la misma, y en su finalización. 

    Y en cuanto a las políticas LGTBI, la otra pata de la secretaría, ¿qué medidas se está considerando llevar a las empresas en esta materia?

    Hemos configurado grupos de trabajo en distintos órdenes bastante activos, con la colaboración de todos los territorios y de todos los sectores. Tenemos el objetivo claro de proteger la desarmarización de las personas del colectivo LGTBI en los centros de trabajo, que puedan salir del armario libremente. Que para eso tengan las condiciones apropiadas pedagógicamente, pero también condiciones descritas en los convenios colectivos. Y, en ese sentido, es  fundamental la lucha eficaz y real contra la lgtbifobia. Yo creo que tenemos que sancionar claramente y de manera muy grave cualquier situación o propuesta lgtbifóbica que suceda en un centro de trabajo; y tener la anuencia de las patronales para luchar contra esa discriminación. Generar en las empresas, en sus pasillos, entornos seguros para que puedan desarrollarse libremente. También tenemos que negociar protocolos y acciones positivas que protejan frente al acoso a las personas LGTBI. Por tanto, se trata de apostar por defender sus libertades y, al tiempo, sus condiciones de trabajo. Estamos en un estado social y democrático de derecho y, desde luego, que sea social supone que necesitamos inversiones públicas para proteger a cualquier colectivo desfavorecido, y que sea de derecho y democrático supone que no podemos consentir desde las CCOO que se discrimine a ningún grupo ni a ningún colectivo en las empresas. No es cuestión de que se les tolere, es cuestión de que se les respete con su diversidad.  

    Hemos hablado mucho de negociación colectiva y empresas, pero ¿qué líneas considera prioritarias para el Diálogo Social?

    Cuando CCOO se mueve en la calle suelen agitarse las leyes y suele agitarse el Diálogo Social. CCOO ha dado un paso importante en la lucha contra la lgtbifobia y al entender que el orden social nuevo tiene que estar basado en los principios del feminismo, pero nos toca como agentes sociales con una mayor representatividad otorgada en las elecciones sindicales llevar hasta las leyes, al Diálogo Social, esas necesidades que captamos en la calle y en las empresas. Tenemos que pactar todas y cada una de las normas con perspectiva de género y protegiendo los derechos de cualquier persona discriminada a la que se le usurpen sus libertades; pero además tenemos que exigir de los gobiernos medidas propositivas que, también con dinero público, avancen en la protección de las mujeres y en la lucha contra las discriminaciones. 

    Tenemos que buscar que las condiciones de trabajo de las mujeres sean las mejores posibles y que el colectivo LGTBI no sufra discriminación alguna en las condiciones de trabajo. Un buen ejemplo es la última reforma laboral, la primera reforma laboral que sale del Diálogo Social y que podemos decir que está atravesada por una evidente perspectiva de género. No solo en sus medidas, sino en cuanto sus objetivos. 

     Habla de seguir avanzando en libertades y derechos. Sin embargo, estamos en un contexto en el que crecen los discursos de odio y los ataques lgtbifóbicos y a las políticas de igualdad. ¿Qué podemos hacer desde el sindicalismo?

    Los discursos de odio, que siempre los ha habido, se enfrentan con lo que siempre se han enfrentado desde CCOO: apostando por las libertades, saliendo a la calle a defenderlas y, desde luego, estando cerca de aquellos grupos que sufren esos discursos. Es verdad que estamos en un momento en el que el populismo ha cuajado a través de la ultraderecha, y es verdad que ésta responde con estos discursos de odio que tienen unas muestras de intolerancia antidemocrática bastante visibles, pero que esconden también un motivo económico, sin ninguna duda. Lo que buscan es la hegemonía del heteropatriarcado y, más allá, defienden una posición económica claramente liberal de la que borremos el apellido social del Estado. 

    Por otra parte, hay brechas, digamos, internas... ¿qué opina de la llamada división del feminismo?

    Esas divisiones internas del feminismo no son malas siempre que desde las mismas lo que se proponga sea el debate, el diálogo y la construcción. Para construir un nuevo orden social y político seguramente haga falta mucho debate y mucho diálogo. Dicho lo cual, debe hacerse a partir de lo que poco a poco nos va uniendo, que son muchas cosas. Desde luego, la lucha contra la discriminación y contra las desigualdades; y también nos une, evidentemente, la persecución hacia el feminismo por parte de la prensa, parte de la política, la ultraderecha… Lo demás creo que en unas ocasiones responde a luchas de poder, en otras al intento de que unas ideas tengan supremacía sobre las otras. Desde las CCOO solo podemos decir que estamos aquí para trabajar por una sociedad feminista, por unas relaciones laborales que incluyan entre sus principios rectores el feminismo y la igualdad, que apostamos por un feminismo inclusivo, donde todo el mundo quepa, donde es casi imposible encontrar unos derechos que anulen a otros y donde, desde luego, todas las necesidades, todos los derechos, sin estar exentos de contradicciones, son compatibles. Por tanto, creo que no estamos en un momento en el que podamos permitirnos, ante el avance de la ultraderecha, rechazar la mano de otras. En nuestra opinión, la división del feminismo este 8M ha tenido mucho de mediático,  aún siendo una realidad… entendemos que poco a poco se van a ir cerrando heridas y diferencias a medida que las realidades se vayan construyendo. Termino diciendo que en las CCOO tenemos un objetivo mayor, por encima de todos los demás, que es que somos un sindicato de clase, que en esta clase cabemos todos y todas y que en esta clase tenemos que respetar las diversidades, el feminismo y, desde luego, la lucha por los derechos y las libertades. 

     A nivel internacional, cuando pensábamos que habíamos superado la pandemia, nos hemos encontrado con un escenario complicadísimo. ¿Hasta qué punto nos puede afectar y condicionar la invasión de Ucrania, por ejemplo, en los fondos europeos de transformación y resiliencia que tanto tienen que aportar a las mujeres en España?

    El hecho de que una de las patas de los fondos de transformación sea la igualdad dice mucho de ese consenso europeo que hay alrededor de la lógica histórica. En los momentos de crisis, se tiende a hacer sufrir al derecho a la igualdad más que a ningún otro, pero en esta ocasión se ha decidido luchar contra la precariedad para que no se profundice más en las brechas de desigualdad. La guerra en Ucrania puede traer disfunciones o desequilibrios políticos o económicos que, insisto, de nuevo hagan sufrir a este derecho fundamental y, por lo tanto, tenemos que estar ojo avizor para exigir a los gobiernos políticas claramente propositivas, tanto en España como en el resto de Europa. 

    ¿Es optimista entonces respecto al futuro? ¿Cómo ve el escenario inmediato?

    Tenemos por delante dos cuestiones importantes. Una, lo que esperamos que sea el florecer de algunas de las condiciones laborales que más sufrieron con la reforma laboral del PP y que hemos modificado en el texto pactado ahora con el Gobierno. Que se dé estabilidad a las mujeres porque  se termine muy claramente con la fórmula de contratación temporal de manera estructural. Y, en segundo lugar, la subida del salario mínimo, que esperamos haga retroceder claramente la brecha. De hecho, la brecha salarial subió de forma exponencial e imparable desde el 2008 hasta el 2018 y, a partir de esa fecha, empieza a descender con la subida del SMI de 2019. Y ya estamos viendo cómo crece la contratación indefinida para las más precarias, que somos las mujeres. Por eso decimos que ésta es una reforma laboral atravesada con una perspectiva de género importante. 

    Luego hay una cosa que la pandemia ha dejado sobre nuestras mesas, en nuestra forma de vivir e incluso en las políticas que están empezando a florecer, que es todo lo que tiene que ver con los cuidados. La pandemia nos ha enseñado que la sociedad tiene que cuidarse, que cuidarse supone que tenemos que profesionalizar esos cuidados a quien lo necesita desde el servicio público y que esto tiene que estar unido indisolublemente a las condiciones de trabajo de las personas que cuidan, que en la mayor parte de las ocasiones son mujeres. Tenemos que optar por un gran pacto social, político y nacional por los cuidados donde estén los menores, los dependientes, donde haya efectivamente una apuesta social para que la vida y los cuidados sean tratados como esenciales por los dineros públicos. Hemos visto que, cuando todo se paraba, lo único que seguía era cuidarnos. 

    Este pacto global tiene que incluir a los cuidados no profesionales, a los cuidados ocultos en las familias, a esas que denominamos mujeres inactivas, que no están trabajando, sino que están cuidando. Esto tiene un valor económico, social y político para el país que nunca se ha incluido en las estadísticas; hay que sacarlo a la luz para que esas mujeres puedan tener una independencia y una igualdad de condiciones y, sobre todo, para demostrar a la sociedad que los cuidados son esenciales y que no pueden estar al arbitrio de las posibilidades económicas de las familias, sino que tienen que ser un servicio social de primera magnitud y de primer orden. Nadie se plantea que los servicios sanitarios o los servicios educativos puedan estar a medio gas, e igual tiene que pasar en los cuidados. Tiene que haber un consenso para que lo público apueste por ellos. 

    ¿Realmente cree que hemos aprendido de la pandemia? 

    Políticamente existe un debate y la intención por parte del Gobierno de hablar de los cuidados. Lo que no se nombra no existe. Además, desde las CCOO vamos a plantear al Gobierno una propuesta  general en materia de igualdad y de derechos laborales que abarque todos los que están dispersos por distintos ministerios, un gran pacto estatal por los cuidados. El hecho de que nosotros y nosotras planteemos esto y de que el Gobierno hable de potenciar los servicios públicos de cuidados es porque algo ha quedado. Esperemos que no se olvide.