Confederación Sindical de Comisiones Obreras | 13 mayo 2024.

REVISTA TRABAJADORA ONLINE

Entrevista a Tatiana Romero: "El mandato de delgadez está sobre todo inoculado en las mujeres, porque no podemos ser cuerpos indisciplinados"

    Tatiana Romero escribe en diferentes medios de comunicación y es la coordinadora del libro colectivo (h)amor8 gordo conversamos con ella en torno al gordo-odio.

    29/02/2024.
    Tatiana Romero fotografiada por Vicky García.

    Tatiana Romero fotografiada por Vicky García.

    TATIANA ROMERO, 39 años, nace en Ciudad de México, pero desde los 18 años vive en Europa, primero en Berlín y desde hace 8 años en Madrid. Estudió Historia y cuenta con varios másteres en Historia del siglo XX e Historia Contemporánea. El doctorado lo cursó en la Universidad Complutense de Madrid. Actualmente está enfocada en abordar la Historia con un enfoque interseccional: “En el poscolonialismo y la teoría decolonial y también produzco teoría desde la migración, y eso hace un cambio importante en desde dónde construimos conocimiento”.

    Escribe habitualmente en Pikara Magazine, en la publicación mexicana Feminopraxis y en El Salto y es la coordinadora del libro colectivo (h)amor8 gordo, en el que también escriben Irantzu Varela, Lucrecia Masson, Alicia Santurde, Enrique Aparicio, Komando Gordix, Tess Hache, Marta Plaza, Gabriela Contreras y Liz Misterio.

    Según recientes datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), el 45% de los hombres y el 30% de mujeres en nuestro país tienen ‘sobrepeso’ y en algunas entrevistas de trabajo esto es un factor más a tener en cuenta. En el reciente estudio Peso, atractivo y género a la hora de contratar: un experimento de campo en España, realizado por Francisco Lagos, Juan A. Lacomba, Catarina Goulao y Dan-Olof Rooth llegan a la conclusión de que las mujeres: “Se ven penalizadas tanto por su peso como por su atractivo en el proceso de contratación”. Desde hace dos años se celebra, el 4 de Marzo, el Día Mundial contra la Gordofobia. Pero como en el resto de discriminaciones hace falta más que un llamado de atención en torno a un día.

    ¿Cómo define la gordofobia?

    Con la gordofobia como concepto tengo un problema: la fobia se supone que es un miedo irracional que tenemos hacia algo o alguien. No creo que lo que nos sucede con los cuerpos gordos sea algo irracional, creo que es odio. Utilizo el concepto de ‘gordo-odio’ de Erika Bülle, que es una performera gorda mexicana, o sea, la discriminación, lo que resulta es gordo-odio.

    La gordofobia es algo que otras activistas gordas ya han llamado de otras formas, pero creo que esa fobia es el miedo a ser gorda. O sea, por un lado está ese miedo interiorizado que tenemos, sobre todo todos los cuerpos feminizados, a ser gordas, o sea, es el miedo a engordar, el miedo a tener un cuerpo gordo; y por otro lado está la discriminación, que está más relacionada con el odio, y eso es gordo-odio, no gordofobia.

    Lo que sucedió con la actriz española Itziar Castro (fallecida el 8 de diciembre de 2022) claramente no es fobia, es odio. Culpar a alguien de su muerte es odio profundo, y creo que tendría que estar tipificado como tal, tendríamos que nombrarlo como tal. Y sin ser yo punitivista, creo que tiene que tipificarse como gordo-odio: la discriminación y el odio en base al tamaño del cuerpo.

    ¿Cómo afecta el gordo-odio especialmente a las mujeres y a aquellas que concentran más opresiones?

    El mandato de delgadez está sobre todo inoculado en las mujeres, porque las mujeres no podemos ser cuerpos indisciplinados. Las mujeres tenemos que ser cuerpos dóciles, y por lo tanto estar disciplinadas. Pues el mandato de belleza, el mandato de juventud, el mandato de heterosexualidad, el mandato de delgadez es algo que se nos inocula desde muy pequeñas. Ahí ya está atravesando el eje de género.

    Pero, además, el gordo-odio está muy relacionado con la clase. Pienso, por ejemplo, en todas las familias obreras que no pueden, no solo no llegar a fin de mes, sino que no pueden permitirse tener una ‘dieta saludable’. Se está achacando a la madre de clase trabajadora que no sabe alimentar a sus criaturas, que las está engordando. Esto le pasa muchísimo a la gente gitana, cuando en realidad lo que sucede es que hay una discriminación por razón de etnia y por razón de clase.

    Si hablamos de raza, es todavía peor: existe la construcción de este hombre promedio, que surge en el siglo XIX con la revolución industrial. El matemático belga Adolphe Quetelet es quien se inventa el índice de masa corporal con miras a cómo debe ser el hombre que va a trabajar en las fábricas en Francia. O sea, el índice de masa corporal está pensado para los trabajadores fabriles de Francia, y lo seguimos utilizando hoy día. Surge en un momento en el que el racismo científico está en apogeo. La mujer racializada ni se acerca a ese hombre promedio.

    ¿Cuándo comienza a ser consciente de que no se trata de un complejo -algo personal- sino de una opresión perfectamente definida en el entorno patriarcal?

    Creo que la aceptación personal tiene que venir siempre a través de lo colectivo. Si de manera personal aprendo a ‘quererme’ no voy a ir a ningún lado. Es el body positive, a mí no me sirve absolutamente de nada. Porque puedo estar en mi casa tranquilamente poniéndome según qué determinada ropa, y luego salir a la calle y que alguien me grite ‘puta gorda de mierda’.

    Pero sí que creo que cuando esto se hace en colectivo no es que tú asumas una corporalidad, sino que produces una identidad política. Y las identidades políticas siempre son relacionales, solo funcionan en colectivo. Para mí, ser gorda es una identidad política, no es un estado corporal.

    A una no se la culpa de ser gitana o loca o mora o lesbiana, sin embargo sí hay un juicio permanente cuando se trata de un cuerpo gordo, porque es algo, se supone, susceptible de cambio, qué diferencia hay entre ‘ser’ o ‘estar’ gorda?

    ‘Estar gorda’ deja tu vida en pausa siempre: no, no estoy gorda, soy gorda. O sea, no hay un tránsito, no hay una vida en espera, no es que de repente cuando adelgace mi vida vaya a ser mejor. Creo que somos pocas las gordas que no hemos querido adelgazar. No fui una niña gorda, ni una adolescente gorda. Mi cuerpo se ha transformado y soy gorda. Y no tengo un horizonte de transformación porque no sé cuáles van a ser las transformaciones de mi propio cuerpo y no me apetece autodisciplinarme.

    Ninguna gorda quiere estar gorda, ninguna. Pero asumimos que somos gordas, y que no vamos a seguir dejándonos machacar. Que no es lo mismo. Sabiendo el dolor y las heridas que lleva un cuerpo gordo consigo. Yo misma, cuando estoy en momentos malos de mi vida, puedo pensar alrededor de diez veces al día que tengo que adelgazar.

    Hay muchas compañeras que de pequeñas fueron gordas, de adolescentes fueron gordas, y por dietas muy restrictivas llegaron a adelgazar muchísimo, pero ellas en su cabeza siguen siendo gordas.

    La violencia no se quita así porque sí, porque adelgaces veinte kilos. La violencia se queda ahí, la violencia son marcas y cicatrices que vamos dejando en los cuerpos. Como decía Lemebel, que tenía un montón de cuchilladas a la espalda, que las risas a su espalda eran esas heridas que se le iban quedando. Es exactamente igual con las gordas.

    La cuestión no es estar sana sino cumplir con la norma de la delgadez”, escribe Magda Piñeyro en 10 gritos contra la gordofobia y habla de la moral gordófoba, ¿cómo la definiría?

    Magda Piñeyro es una pionera aquí en el Estado español. Muchas se lo debemos. Creo que este tema de la moral gordófoba es justamente el mandato de delgadez, la obligación de ser delgada.

    Y está muy relacionado también con la cultura de la dieta y con la salud. Funciona a través del control del cuerpo, a través de una ‘supuesta salud’. Relacionar lo delgado con lo sano y lo gordo con lo enfermo es la cultura de la dieta. Y esta moral gordófoba está basada exactamente en esto: dependiendo del tamaño de nuestro cuerpo se nos van a adjudicar ciertas características y cualidades y valores éticos y morales. Por ejemplo, las gordas somos perezosas; somos indisciplinadas, descontroladas y si estamos gordas es porque nos pasamos de la mañana a la noche comiendo bollería. Eso es la moral.

    Es muy parecido al proceso de racialización. En el siglo XVIII, cuando se empieza a construir el racismo científico y se da el proceso de racialización, que es otorgarles valores y cualidades éticas y morales a los cuerpos dependiendo de su origen y color.

    En la cotidianeidad, ¿hay que estar haciendo pedagogía continuamente?

    Cuando quieres a la gente, si le echas un poquito de ganas. Tengo una madre muy gordófoba, muy gordófoba, es una madre muy delgada, es blanca y muy normativa en todos los sentidos… aunque intelectualmente tenemos los mismos referentes, y claro, constantemente he tenido que hacer pedagogía: ‘Mamá, no se habla del cuerpo de la gente’. Estamos en mínimos. No estoy haciendo pedagogía para que me incluyan en el selecto club de la ‘gente bonita’, como cuento en el relato incluido en el libro colectivo (h)amor8 gordo. No quiero eso. Si tú crees que estoy gorda es tu movida. No tengo por qué escuchar lo que piensas de mi cuerpo. Lo deseable sería que no pensáramos sobre el cuerpo de las otras, eso es lo deseable.

    ¿Tenemos que enterrar expresiones como la niña está ‘rellenita’ o la chica es curvy…? Por otra parte, está el uso de la ‘animalidad’ como forma deshumanizante (vaca, foca, etc….) para referirse a las mujeres gordas, ¿Cuáles serían las banderas rojas a tener en cuenta?

    Esas expresiones resultan ser más insultantes. A mí me han llamado ‘de huesos anchos’. ‘Es que tienes la espalda muy ancha’, sí, la tengo porque soy nadadora, pero fuera de eso, soy gorda.

    El recurrir a la animalidad se utiliza muchísimo con el esclavismo y con el racismo… Para mí la gordofobia tiene mucho más de racismo de lo que podemos llegar a pensar. La Ilustración parte de la idea de que el humano es superior a otras especies. En el proceso de construcción del racismo científico, Linneo dice que hay una especie y cuatro subespecies, Hoy sabemos que tenemos el mismo ADN. Bueno, ese señor decía que no. Y por lo tanto, los blancos estaban por encima.

    Gorda, punto. No soy gordita, soy gorda. No soy morenita, soy marrón.

    ¿Aún teniendo en cuenta que para muchas mujeres esta acepción no es del todo confortable?

    Mi pregunta hacia ellas sería esa: ‘¿y tu alternativa es decir que estás ‘rellenita’, decir que hay algo malo en ti?’ Creo que la utilización del eufemismo, lo que hace es llevar al error, como si hubiese algo malo. No necesito un eufemismo para algo que no necesita eufemismos. Entiendo que la violencia estética sea tan alta que cueste asumirse dentro de esa identidad gorda y politizarla. Por supuesto que lo puedo entender, sobre todo cuando es un insulto que escuchas desde muy pequeña. Pero creo que la alternativa no puede ser el eufemismo.

    ¿Qué tipo de violencias se soportan siendo gorda?

    Violencia institucional, violencia médica de manera constante, abusos sexuales, insultos callejeros, violencia familiar… Sobre abusos sexuales hay estudios como El peso corporal como indicador de la vulnerabilidad al abuso y prepotencia del tercer al sexto grado escolar o Abuso sexual infantil y adolescente y su relación con trastornos alimentarios que dicen que casi todas las adolescentes gordas que han sufrido abusos no han sido creídas, se asume que nadie va a querer violarte, cuando la cultura de la violación no pasa por ahí, y no pasa por el deseo tampoco, porque no se viola por deseo, se viola por poder.

    Insultos e interpelaciones por la calle, personas que te responden ‘¡cállate, puta gorda!’; comentarios constantes en espacios deportivos; gordofobia en la pareja (que tenga amantes que, siendo delgadas, me digan ‘¡jo, cómo me estoy poniendo!’, eso es gordofobia); en las familias, las madres suelen ser muy duras.

    Por otro lado, no hay políticas públicas que promuevan la salud mental. Todas las personas que sufrimos gordo-odio nos vemos dañadas y vulneradas en nuestra salud mental, porque no es asumible que nos estén insultando día sí y día también. Si además hablamos de la gordura en términos de obesidad y asumimos que eso es una enfermedad o que es una pandemia, que la OMS hace unos años dijo la ‘pandemia de la obesidad’, y por lo tanto debe ser atacada, nos está poniendo también en un lugar en el que nuestros cuerpos tienen que ser eliminados. Creo que no hay formación a los profesionales de la salud.

    No he visto un solo anuncio institucional que promocione el respeto a la diversidad corporal. No hay figuras públicas gordas. La última figura pública gorda fue Pam (Ángela Rodríguez, en el Ministerio de Igualdad en la legislatura pasada). ¿Y el ataque que sufrió por su corporalidad durante tres años? Fue brutal. Parece que las gordas no pensamos, no teorizamos, no hacemos política. No estamos en la televisión tampoco. Hay tres actrices gordas, y siempre hacen de gordas. Lo que se intenta es ocultarnos. Hay algo que me parece bastante característico de las figuras públicas: cualquier mujer que empieza a tener éxito, adelgaza. Cuanto más visible y más pública es una mujer, más delgada tiene que estar.

    Pienso siempre en la publicidad de ropa deportiva, que algunas marcas están ahora incluyendo cuerpos gordos; sin embargo, en las tiendas físicas no hay esas tallas, solamente las puedes comprar en Internet. No quieren cuerpos gordos en sus tiendas de gente deportista.

    Hablemos de la salud, ¿se puede afirmar que muchas mujeres gordas no van al médico, que intentan evitar ese paso porque piensan que su atención no va a ser buena?

    Sí. Es así. Conozco a muchas mujeres que no van al médico. Hice un reportaje sobre enfermedades relacionadas con las hormonas con mujeres gordas que no querían ir al médico y que sufrieron muchísima violencia médica por estar gordas, mujeres a las que no se diagnostica porque están gordas y se desecha que no tengan otra cosa. Soy asmática desde los tres años y sufrí una neumonía bilateral por covid, la respuesta del médico fue: ‘Es que tú no puedes respirar porque estás gorda’. Relacionar gordura con enfermedad es un problema. Puedo entender que haya riesgos relacionados con el ‘sobrepeso’, pero no enfermedades. Es un factor de riesgo.

    La gente cree que eres estúpida y que no te ves en el espejo. Porque sé que soy gorda. ¿Por qué tienes que venir a decírmelo? ¿Por qué me maternalizas o me paternalizas pensando que no sé cuáles pueden llegar a ser determinados riesgos? ¿Por qué crees que no sé nada de mi salud? ¿Por qué crees que no conozco mi cuerpo?

    ¿Qué discriminaciones concretas se sufren en la sanidad?

    Si tu índice de masa corporal es mayor que el prototipo no te inseminan. Lo que deja a un montón de mujeres solas, bolleras, etc., fuera. Tampoco te realizan determinadas cirugías, por riesgo.

    El embarazo es un terror. A Alicia Santurde, que escribe en (h)amor8 gordo, le repitieron la prueba de la glucosa tres veces porque no se podían creer que no tuviera diabetes gestacional siendo gorda. Sin embargo no le hacen la prueba a una delgada, aunque pueda padecerla.

    Tampoco te permiten acceder a según qué anticonceptivos hormonales o a tratamientos hormonales para ovario poliquístico porque eres gorda. Primero, antes que nada, te derivan a la unidad de obesidad del hospital. El mensaje es: ‘adelgaza antes para que podamos sanarte’. ¿En qué mundo estamos, que te niegan tratamientos porque estás gorda?

    Se repite la moralidad del: ‘es por tu bien’. No es por tu bienestar, en realidad lo que importa es que yo no me salga de la disciplina y, por lo tanto, ponga en jaque al sistema.

    En 2017 se produjo el primer suicidio de una preadolescente en Murcia acosada en el colegio por ser gorda. En 2022 se vendieron los diet piggy (unos cerdos de juguete que emiten un desagradable sonido al abrir la nevera) como juguetes para menores de 8 a 11 años. ¿Existe más acoso a día de hoy en las menores?

    Ha existido siempre. El bullying que sufren las crías es altísimo. La violencia estética cada vez impacta más en las crías. Pero no tanto porque ahora sea más violento, sino porque tenemos otros medios de comunicación. En mi instituto, las cañerías tenían perforaciones por los jugos gástricos que vomitaban muchas compañeras. La bulimia estaba ahí. Pero con TikTok probablemente habrían sido aún más quienes lo hicieran. Hay niñas de 12 años hablando de dietas. Tampoco existía el activismo gordo.

    ¿Qué significaría la despatologización de la obesidad?

    Habría que despatologizar todo. Este ansia patologizante es un producto de la misma Ilustración, donde metemos todo lo que nos parece que no entra dentro de los parámetros modernos ilustrados, es enfermo; por eso estaba considerado como una enfermedad mental ser lesbiana, marica, trans… Ese individuo promedio, hombre, que se inventaron con la revolución industrial no es real; el problema es el modelo, no las personas.

    El documental norteamericano Fat Underground (1979), de Marge Dean, ya incide en poner patas arriba las grandes fallas de la medicina con las mujeres gordas y lo hace desde el feminismo. ¿Quiénes más fueron pioneras?

    Lo fue también el feminismo interseccional. En los 70, el Combahee River Collective (organización feminista negra y lésbica, que trabajó durante algunos años en Boston) saca un manifiesto, y luego las compañeras racializadas montan la editorial Mesa de la Cocina: Audre Lorde, Bell Hooks, Chela Sandoval, Angela Davis… y eso permite que haya un apertura hacia mirar el cuerpo desde otros lugares.

    ¿Qué deberían incorporar los feminismos a las agendas políticas en relación al gordo-odio?

    La despatologización de los cuerpos gordos; el incorporar la idea de la diversidad corporal como algo deseable, no todos los cuerpos tienen las mismas necesidades ni las mismas capacidades y la eliminación de la mayor parte de violencias, porque el gordo-odio es violencia contra todos los cuerpos, especialmente contra los cuerpos feminizados, también de la violencia simbólica pura y dura que vemos a través de representaciones televisivas, por ejemplo.

    Carmen Briz (@MamenBriz) es periodista y forma parte del equipo de la Secretaría Confederal de Mujeres, Igualdad y Condiciones de Trabajo de CCOO.

    Para saber más:

    Puedes leer estos ensayos, mientras escuchas La gorda, de Krudas Cubensi o Lorzas al vuelo, de Ballenas asesinas.

    . Gorda y fea, de Marie Noelle Hebert (Logroño, 2021: Pepitas de Calabaza).

    . Cuaderna gorda para colorear e informarse, de Gabriela Contreras y Leidy Dayana (Barcelona, 2017: Col·lecció MACBA. Centre d'Estudis i Documentació).

    . La metamorfosis de la grasa, de Georges Vigarello (Barcelona, 2022: Península Ediciones)

    . Antropología del cuerpo y modernidad, de David Le Breton (Buenos Aires, 2002: Nueva Visión Argentina).

    . Stop gordofobia y las panzas subversas, de Magdalena Piñeyro (Madrid, 2016: Zambra-Baladre).

    . ¿Y a ti qué te ha pasado?,de Jenny Jordahi. Liana Editorial, 2021.

    . Tienes derecho a permanecer gorda, de Virgie Tovar (Melusina, 2018).

    . Cuerpos sin patrones. Resistencias desde las geografías desmesuradas de la carne, de Laura Contrera y Nicolás Cuello(Madreselva, 2018).

    . Epistemología rumiante, de Lucrecia Masson (Valencia, 2017: Col·lecció MACBA. Centre d'Estudis i Documentació).

    . La cerda punk. Ensayos desde un feminismo gordo, lésbiko, antikapitalsta y antiespecista, de Constanza Álvarez Castillo.

    . Cartel y manifiesto de la acción colectiva para el Día Mundial Contra la Gordofobia realizado por Badass.femme

    . Guía básica sobre gordofobia. Un paso más hacia una vida libre de violencia. Guía elaborada en el marco del Proyecto “Jornadas sobre Gordofobia y la Violencia Estética contra las Mujeres 2020”, del Instituto Canario de Igualdad.

    En el Estado español existe la organización Nadie hablara de nosotras, son Cristina de Tena y Laura Gil, con diferentes proyectos antigordofobia y por la diversidad corporal, que desde diciembre de 2021 generan un podcast.

    . Cine documental: Fat Front (Dinamarca, 2019), de Louise Detlefsen y Louise Kjeldsen.

    Revista Trabajadora, n. 81 (febrero de 2024).