Confederación Sindical de Comisiones Obreras | 26 abril 2024.

Revista Trabajadora, n. 63 (febrero de 2018)

Generación XXI/ Dónde está la precariedad y cómo acabar con ella, de Paula Guisande

    A RAÍZ DEL acuerdo entre sindicatos, patronal y Gobierno para la subida del Salario Mínimo Interprofesional (SMI) se ha vuelto a poner el foco en el perfil de las personas que lo tienen como salario de referencia y, una vez más, nos encontramos con que edad, género y origen son condicionantes fundamentales. Los puestos de trabajo menos reconocidos económicamente parecen un traje a medida para mujeres, jóvenes y personas de origen extranjero.

    19/03/2018.
    Fotografía de Txefe Betancort.

    Fotografía de Txefe Betancort.

    SI BIEN ESTA SUBIDA salarial no va a compensar esa discriminación en un solo movimiento, sí que permitirá disminuir esa brecha histórica, permitiendo a un importante volumen de trabajadores y, especialmente trabajadoras, acercarse al salario medio. Y no sólo tendrá efectos sobre quienes cobran estrictamente el SMI, sino sobre todos aquellos sectores cuyos salarios más bajos superan leventemente esta referencia y deberán ir adaptando sus tablas salariales a la nueva realidad, a sectores como peluquerías, oficinas y despachos, distribución de comidas preparadas para su venta a domicilio (Prodelivery), entre tantos.

    Pero hay otros sectores en los que no sólo los salarios son bajos, aunque no rocen el salario mínimo necesariamente, en los que el tipo de contratación más habitual es a tiempo parcial, con jornadas diarias de duración mínima, y que exigen unos niveles de cualificación elevados. Es el caso del sector de ocio educativo y animación sociocultural, con una importante presencia de mujeres jóvenes altamente cualificadas. Su realidad se hizo un poco más visible cuando a mediados de 2017 saltó la alarma con la denuncia de CCOO sobre la situación de las plantillas de centros culturales y de mayores de la Comunidad de Madrid.

    Desde hace años, estos trabajadores y trabajadoras, en gran número mujeres, vienen sufriendo el abandono por parte de las administraciones públicas y el abuso por parte de las empresas subcontratistas, lo que ha producido una precariedad laboral extrema. En el año 2008 el colectivo sufrió una bajada salarial estimada en un 50%, llegando a cobrar menos de siete euros por hora trabajada, generando nóminas por debajo del salario mínimo interprofesional.

    Se trata de labores educativas que, además de formación específica, requieren programación, organización y metodología en las aulas, preparación de clases, evaluaciones e informes, teniendo los trabajadores y trabajadoras que aportar sus propios materiales, en algunos casos, y realizar cursos de formación y reciclaje profesional fuera de su horario laboral.

    A todo ello hay que añadir los desplazamientos de un centro a otro, pasando más tiempo en transporte (no remunerado) que en la propia clase, yuna interrupción sistemática de los contratos cada vez que acaba el curso académico, teniendo que solicitar la prestación por desempleo o aceptar empleos más precarios aún.

    Este modelo de gestión indirecta -que ha perseguido la reducción de costes a cualquier precio- se repite en muchos otros sectorescon la constante de la precariedad y la falta de control por parte de las administraciones públicas para evitar abusos. Un modelo que no sólo ha tenido repercusiones negativas sobre las condiciones laborales sino también sobre la capacidad de organización de trabajadores y trabajadoras que, debido a su dispersión geográfica, sus escuetas jornadas y su intermitente relación contractual, no han podido compartir sus inquietudes y reivindicaciones, ni promover o participar en procesos de elecciones sindicales.

    La denuncia tuvo resultados casi inmediatos, con asistencia masiva a las asambleas convocadas por CCOO, con movilizaciones en las calles, y movimientos, aún insuficientes, por parte de las administraciones públicas. Pero, fundamentalmente, con una mayor organización del sector, que ahora cuenta con más comités de empresa, con más afiliación sindical y mayor capacidad de negociación colectiva e incidencia política. Un buen ejemplo de trabajo colectivo y superación de la precariedad. El sector tiene mucho trabajo por delante pero, desde luego, cuenta ahora con más y mejores herramientas para llevarlo a cabo.

    Paula Guisande (@PaulaGuisande) es secretaria confederal de Política Social y Movimientos Sociales de Comisiones Obreras.