Confederación Sindical de Comisiones Obreras | 24 abril 2024.

Revista Trabajadora, n. 63 (febrero de 2018)

Sociedad/ Ilham y Souad, porteadoras, de Carmen Briz

    ILHAM Y SOUAD, así se llamaban las dos últimas porteadoras que fallecieron en el paso fronterizo de Ceuta nada más estrenarse 2018. La apertura del nuevo paso El Tarajal II no ha evitado sus muertes. Ellas vienen a sumarse a la lista de un total de 6 mujeres que han perdido la vida en los últimos 12 meses (10 en total desde el año 2009). Una semana más tarde otro porteador moría en el Hospital Comarcal de la Ciudad Autónoma de Melilla tras un tumulto ocurrido en el puesto fronterizo del Barrio chino. Perder la vida aplastada mientras intentas trabajar para llevar algo de dinero a casa. Ese sería el resumen. Pero lo sorprendente es que no sucede a miles de kilómetros sino en un país perteneciente a la Unión Europea. ¿Cómo es posible?

    19/03/2018.
    Barrio chino de Melilla, fotografía de Carmen Briz.

    Barrio chino de Melilla, fotografía de Carmen Briz.

    LAS PORTEADORAS marroquíes trabajan en las zonas fronterizas de Ceuta y Melilla transportando pesadas mercancías que adquieren en polígonos industriales para posteriormente recibir una “pobrísima” retribución por el porte, normalmente a comerciantes de localidades marroquíes próximas a la frontera.

    Estas mujeres carecen de cualquier tipo de derechos laborales, tanto en su país como en el nuestro, ya que a pesar de que la mercancía se recoge en territorio español no son consideradas trabajadoras transfronterizas.

    Pagos de soborno, venta de puestos en la fila y la necesidad de llevar dinero a casa cada día hacen que la desesperación se adueñe del ambiente y que cualquier cosa valga para tratar de llegar, en primer lugar, al otro lado. Esto incluye desde tener que soportar agresiones sexuales hasta las peligrosas avalanchas y estampidas. En el caso de las agresiones sexuales se han llegado a habilitar entradas exclusivas para mujeres, que no siempre se mantienen, como ocurre en el paso fronterizo del barrio chino en Melilla o bien días específicos segregados por sexos; en Ceuta, se estipuló los lunes y miércoles para la entrada de mujeres y martes y jueves de hombres. El viernes es día de descanso para la población musulmana.

    En el caso de las muertes (independientemente de en qué lugar de la frontera ocurran, en territorio marroquí o en territorio español), el Gobierno español ha de responsabilizarse, algo que aún no ha hecho. De momento, el ministro de Exteriores español, Alfonso Dastis tan sólo calificó la situación como “insatisfactoria”, pero no adelantó ninguna solución sobre qué piensa hacer el Gobierno para evitar que más personas sigan muriendo en el paso fronterizo.

    Como por ejemplo, apostar por una gestión en la frontera que tenga en cuenta los derechos humanos sobre otro tipo de cuestiones. Esta apuesta significaría en primer lugar cerrar los pasos inseguros, insalubres e indignos y habilitar espacios seguros, libres de basura y asfaltados. No parece que sea demasiado complicado habilitar áreas de descanso, baños públicos, agua potable en fuentes públicas, zonas de sombra para el verano y espacios que protejan de la lluvia o el mal tiempo. Estos pasos fronterizos deberían ser exclusivamente para el paso de mercancías (y para la puesta en marcha de una aduana comercial entre España y Marruecos), de manera que el resto de trabajadoras y trabajadores transfronterizos, que cruzan cada día para ocuparse en las obras, en el servicio doméstico, etc… tuvieran su propio espacio para acceder.

    Las condiciones en que trabajan las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado son altamente deficitarias, comenzando porque desconocen cuáles son exactamente sus “competencias” y no cuentan con protocolos de actuación imprescindibles. Los recursos materiales con los que cuentan dejan también bastante que desear, según han documentado en múltiples ocasiones senadoras y diputados (de diferentes formaciones políticas), tras personarse en los puestos fronterizos para interesarse por la situación de las porteadoras.

    Fijar un peso máximo para los fardos o bultos podría ser otra buena idea para tratar de evitar situaciones de peligro real para las personas implicadas. Hay mujeres que llegan a pasar sobre su espalda hasta 80 kilos. Algunas ONG hablan de la conveniencia de reducir el peso de éstos a unos 20 kilos.

    Por último, sería imprescindible el reconocimiento de la actividad laboral que realizan porteadoras y porteadores, para que puedan recibir protección social y sanitaria por parte del Estado español que es quien decide, en última instancia, mantener este tipo de comercio con Marruecos. Es más que probable que el Gobierno marroquí decida no garantizar el cumplimiento de los derechos humanos, pero el Gobierno español no puede escudarse en ello para continuar impasible ante la situación que se produce, día tras día, en la frontera sur.

    Carmen Briz (@RevTrabajadora) es periodista y forma parte del equipo de la Secretaría Confederal de Mujeres e Igualdad de Comisiones Obreras.

    Para saber más:

    . La revista Trabajadora publicó una extensa entrevista con Ana María Rosado (del Equipo Frontera Sur de la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía, APDHA), de Carmen Briz, en su número 61 (junio de 2017).

    . Respeto y dignidad para las mujeres marroquíes que portan mercancías en la frontera de Marruecos con Ceuta 2016, de la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía.

    . Cristina Fuentes, de la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía, denuncia en El Intermedio las pésimas condiciones en las que trabajan las mujeres marroquíes que portan mercancías: "No tienen ninguna protección social ni sanitaria porque no se las reconoce como trabajadoras".