Confederación Sindical de Comisiones Obreras | 26 abril 2024.

REVISTA TRABAJADORA, N. 67 (JUNIO DE 2019)

Entrevista a Desirée Bela-Lobedde: "Está muy bien descolonizarse la mente, pero también hay que descolonizarse el cuerpo", de Carmen Briz Hernández

    DESIRÉE Bela-Lobedde se define como comunicadora y también como “activista estética”. Acaba de publicar un libro que pone en cuestión el racismo interiorizado de una buena parte de la población. Su título es explícito, muy explícito: Ser mujer negra en España y, tras leerlo, una se cuestiona todo lo que sucede alrededor. ¿Es casual, que en el lugar donde nos citamos sea la única negra?¿es coincidencia que de vuelta en tren hasta Barcelona el revisor pida un solo billete en todo el vagón y que sea el suyo?

    04/07/2019.
    Desirée Bela-Lobedde, fotografía de Carmen Briz.

    Desirée Bela-Lobedde, fotografía de Carmen Briz.

    DESIRÉE Bela-Lobedde nace hace 40 años en Vilanova i la Geltrú (un “pueblecito” costero situado a 45 kilómetros de Barcelona) donde vive con sus dos hijas de 10 y 12 años, respectivamente. Es diplomada en Relaciones Laborales y trabaja en el Servicio de Información y Atención a la Mujer dependiente del Ayuntamiento de esa localidad, un espacio en el que atienden tanto a mujeres como al colectivo LGTBI. Pero, ante todo, se define como “comunicadora”. En su blog Negra Flor, YouTube, PlayGround y, ahora, en el diario Público cuenta sus andanzas en artículos y/o vídeos: “Profesionalmente me definiría como comunicadora. Me da un poco de miedo o soy muy cauta, o no me acabo de sentir cómoda con la etiqueta de escritora, a pesar de haber sacado un libro. He escrito mucho y sigo escribiendo. Escribo para comunicar y me defino como comunicadora”.

    Preparando esta entrevista, caigo en la cuenta de que, hasta la fecha, tan sólo hemos entrevistado a dos personas racializadas en la revista Trabajadora. La primera de ellas fue en 2003, en el número 10, a Rafaela Pimentel, que cumplía con el “estereotipo” de ser trabajadora doméstica y que actualmente es una de las líderes entre sus compañeras y recordada en un mural de la Gran Vía de Madrid. La segunda de ellas ha sido el año pasado y se trató de una entrevista reportajeada, tras su rueda de prensa en Madrid, a la filósofa y activista norteamericana Angela Davis. Bien es cierto que en 2006, desde Trabajadora nos interesábamos por la situación de las africanas, a través de la entrevista a la antropóloga María Soledad Vietez.

    Se lo cuento, con algo de preocupación, a Desirée Bela-Lobedde, pero no le parece tan tremendamente mal: “Vaya, bien. En el ranking quedo bien. Podría ser peor porque hay medios que en ningún momento se han planteado entrevistar a ninguna persona racializada, o en su imaginario no está esa posibilidad de que haya gente más allá de determinados colectivos o de determinados estereotipos que les pueda ofrecer información interesante”.

    “¿De dónde eres?” Ésta es, con toda probabilidad, la pregunta que en más ocasiones ha tenido que responder a lo largo de su vida, como si fuera lo más relevante de cualquier persona: “Tuve una temporada en la que me empeñaba en definirme como española, porque se me negaba la posibilidad de serlo… Pero, en realidad, es una identidad con la que no me identifico. A mí, hoy en día, si la gente me pregunta de dónde soy, digo que soy de Vilanova i la Geltrú. Igual que Lucía Asué Mbomio se reconoce como barrionalista, yo me reconozco pueblista. Tampoco se me reconoce mucho como de Cataluña, a pesar de que hablo catalán, todo el mundo se dirige a mí en castellano”.

    Hay unas descripciones magníficas en su ensayo sobre los referentes culturales que tenía en su infancia y adolescencia: el Domund (Domingo Mundial de las Misiones) o los anuncios de televisión (Cola-Cao, Frigo) y hasta las canciones, como aquella tan famosa de Georgie Dann… ¿Cuentan sus hijas en la actualidad con mejores referentes?

    Han cambiado muy poco. Ayer llegando a Atocha hice una foto, para mis hijas, porque encontré un anuncio supergrande de un servicio de alquiler y la imagen era una chica negra. Y le tuve que sacar una foto, porque esto normalmente no se da. Porque cuando se utilizan en marketing imágenes de personas negras son en contextos muy concretos y específicos: la cooperación, la ayuda al desarrollo y estas cosas. Pero de repente, ver una empresa española que en su imagen utiliza una mujer negra me sorprendió gratamente.

    Mis primeros referentes fueron la familia Huxtable de La Hora de Bill Cosby. Era la primera vez que veía en la tele a toda una familia de personas negras. Había muy poca gente blanca en aquella serie. De ahí pasamos a Cosas de Casa, El Príncipe de Bel Air, Un Mundo diferente, Viviendo con Mr. Cooper, y todas estas sitcoms afroamericanas me sirven para ver a personas con el mismo tono de piel que yo haciendo vida cotidiana… Yo no me veía indentificada con las imágenes de la pobreza extrema que se mostraba de África.

    ¿Qué es lo que le anima a tomar la decisión de crear el blog Negra Flor?

    Aunque llevaba el pelo alisado, tenía muy claro que a mis hijas no les iba a alisar el pelo. Cuando dejé de alisarme y me corté el pelo una buena amiga, bloguera, me animó a que lo contara. Así que lo hice y empecé a escribir sobre el proceso de descubrimiento de mi propio pelo, después de tantos años de llevarlo desrizado. El blog nace de mi propia necesidad de aprender a cuidar el cabello de mis hijas, porque en aquel entonces en español solo había un blog, AfroHair.

    Rememorando a la artista estadounidense Barbara Kruger, “el cuerpo de las mujeres como campo de batalla”, ¿es así como te topas con el feminismo?

    No. Llega después. Lo único maravilloso de las etiquetas es que puedo quitármelas cuando ya no me identifico con ellas. En un primer momento, me defino como “bloguera de belleza”, porque me limito a compartir recursos e información relacionados con el cuidado del cabello: peinados, productos, el uso de turbantes… Pero empiezan a llegarme comentarios de mujeres negras hablándome de seguridad, de confianza, de que se han “reenamorado” de su cabello. Algunas van más allá de este redescubrimiento y empiezan a entrar en temas más identitarios: la historia, las raíces. Y me dije, pues esto de la belleza es identidad también.

    La siguiente vuelta de tuerca es ver cómo los estándares de belleza oprimen a todas las mujeres; pero a las negras nos oprimen desde el sexismo, el género y la raza. Y cómo por encajar en unos cánones blancos “eurocentrados” nos violentamos en los cuerpos de una forma brutal. Para mí esto está relacionado con ese proceso de resistencia y de descolonización, porque está muy bien descolonizarse la mente, pero también hay que descolonizarse el cuerpo. Y ya no por una única cuestión de identidad, sino también por una cuestión de salud, por la cantidad de productos tóxicos que nos metemos en el cuerpo para encajar en ese canon del cabello liso. De entrada, las únicas mujeres negras con el pelo liso son de la India o de Australia, la población aborigen. La mujer africana tiene el pelo rizado.

    ¿Su trabajo, que denomina “activismo estético”, rompe con los estrechos límites que, a veces, impone el “activismo político”? ¿Es capaz su mensaje, precisamente por ello, de llegar a más mujeres?

    Me flipa la cotidianeidad. El activismo académico y el activismo político pueden quedar muy lejos, pero, en cambio, pasan muchas cosas todo el tiempo a tu alrededor. Hay que comprender lo micro para llegar a aprehender lo macro. El activismo estético parte del plano de la imagen personal de las mujeres negras. Lo que hago es insistir en que la única opción no es alisarse y que el pelo afro no es ni “tan malo”, ni “tan seco”. Las mujeres negras tenemos mucha necesidad de sentirnos guapas, y parece una necesidad muy absurda, sobre todo cuando el canon de belleza es de mujeres que tienen la piel mucho más clara que tú y que tienen el pelo completamente diferente y eso es lo que se entiende por bello, ¿cómo te sientes bella tú? ¿Cómo te puedes sentir atractiva? No te ves.

    Hay hombres negros súper-híper-mega-panafricanistas que dicen que lo que yo hago no aporta nada a la lucha, ahora hablamos desde el privilegio de los hombres, que si el pelo les molesta, se rapan y fuera…

    Pero entonces, con todo esto, que esas mujeres puedan sanar, que esas mujeres puedan reconciliarse con su identidad, con su belleza, con su imagen, mirarse al espejo, después de años y años sin saber cómo es su pelo, verse de repente sus rizos, enamorarse de ellos, aprender a cuidarlos… eso es superpoderoso. De cara a la gente blanca, es poner en evidencia toda esta opresión que vivimos las mujeres negras.

    Hace unos años, una revista “femenina” publicaba un artículo horroroso titulado Los quince peores cortes de pelo de las famosas, que esto, de feminista, ya sabemos que no tiene nada. La primera del ranking era Rihanna en una foto de las pocas en las que aparecía con sus rizos naturales, teñidos de superrojo; una carga para las mujeres negras que tienen el pelo igual que ella.

    Internet ha servido para que las minorías se encuentren, se agrupen. Es el caso de las negras francesas que fueron las primeras en visibilizarse con fuerza. Ha tenido la suerte de dar el salto a otros medios generalistas, ¿cómo lo valora?

    Me parece maravilloso poder tener una columna de opinión en Público, o que Lucía Mbomio y Chenta Tsai Tseng estén El País, que Elena García esté haciendo entrevistas para El Salto… Ya nos toca poder ofrecer nuestra propia mirada y nuestra propia perspectiva en medios que no tengan que ser especializados o autogestionados, sino que ya es una cuestión de reparación, es que no podéis seguir ignorando que hay gente de grupos minorizados que tienen mucho que decir y que puede explicar cosas que a la gente le puede interesar.

    ¿Cómo se acerca al feminismo y a la lucha antirracista?, ¿en qué feminismo se encuentra más cómoda?

    Cuando me divorcio y tengo que pasar mi duelo y entonces me doy cuenta de la farsa del amor romántico… En ese momento, deconstruyo muchas ideas relacionadas con la pareja cisheteronormativa. Por otro lado, ya andaba buscando referencias de personas negras.

    Como dice Roxane Gay, la autora de Mala feminista, hay muchísimos feminismos. Hay que aprender a respetar los feminismos de las otras, y también ser un poco más indulgentes con las contradicciones dentro de nuestro propio feminismo.

    Me circunscribo a los afrofeminismos, porque el afrofeminismo es lo que me identifica. Las primeras mujeres feministas negras eran analfabetas, eran esclavas, y mucho de lo que tenían era esa fuerza con la que conecto y me hace conectar con la oratoria, de formarse como oradoras por haber ido tanto a la iglesia. Y eso enlaza mucho con la tradición oral africana. Para mí la academia es algo muy lejano y da pereza.

    En 2016, Twitter despierta con el hashtag #EstadoEspañolNoTanBlanco…

    Surgió espontáneamente para mostrar lo absurdo de esa utopía de pensar en España como un país blanco igual que podría ser un país nórdico, ese tipo de blanquitud. No, perdón, es que estamos a 14 kilómetros de África, es que aquí ha habido gente negra desde hace mucho tiempos. O de repente te vas hacia el sur y ves unas facciones, unos labios gruesos, un pelo oscuro, rizado, ¿de dónde sale eso?

    ¿España es un país racista? Sí, claro, como todos los países de Occidente. España fue un imperio que colonizó otros territorios. Guinea Ecuatorial, el país de mis padres, recuperó la independencia hace tan sólo cincuenta años, el 12 de octubre de 1968. El movimiento de los derechos civiles también es muy nuevo. Se refinan las formas pero son países que siguen beneficiando a un grupo de la población, la blanca.

    Normalmente la gente relaciona racismo con la expresión máxima. Como ya no hay esclavitud y ya no hay skin-heads pegando palizas, ya no hay racismo. No, perdona, es que eso es la punta del iceberg, que eso es lo máximo. Y eso no surge de la nada. Eso se sustenta en una base mucho más grande de creencias, estereotipos, racismo estructural, que hace que en determinados momentos personas puntuales lleguen al máximo, que es la agresión.

    Hace poco, en el set de maquillaje de un programa de televisión, otro invitado exclamó: “Se han pasado con el maquillaje”, refiriéndose a mí. ¡Es una broma! ¡Tengo que aceptarlo! El negro de WahatsApp es otra broma. Una señora diciendo: “Es que he trabajado toda mi vida como una negra”. No, señora, usted ha trabajado mucho, pero como una negra, no.

    ¿Con qué herramientas dota a sus hijas para defenderse del racismo?

    Intento dejarles muy claro que en el momento en el que alguien quiera hacerlas sentir mal por su pelo o por su piel, el problema no es de ellas. Y que se alejen de esa gente. Si quieren enfrentarse, que se enfrenten, pero lo que les dejo claro: la persona que te haga un comentario racista es quien tiene el problema.

    La mayor es un poco más consciente de estas cosas y está más alerta, alguna vez que le han hecho comentarios ha contestado. Vienen conmigo a algunos eventos y a algunas actividades antirracistas, así que también se les van quedando cosas. Yo no tuve esa posibilidad. Hay que darles herramientas y conocimientos adicionales. En el colegio no se lo van a dar. Su padre es blanco, no se lo va a dar. Es una tarea que me toca a mí.

    Este fin de semana participó en Madrid en el I Festival Antirracista, junto a Silvia Agüero, para hablar de maternidades racializadas, de crianza, racismo y educación. Nos preocupa la crianza, el racismo. Incluso en la atención obstétrica hay muchísimo racismo. O sea, si la violencia obstétrica ya nos fastidia la vida a las mujeres, si la violencia obstétrica además es racista, ya apaga y vámonos. Pondremos también el foco en cómo las madres racializadas nos desenvolvemos, qué herramientas damos a nuestros hijos y a nuestras hijas para desenvolverse en un mundo que, de repente, de un segundo al siguiente, se puede convertir en hostil.

    ¿Piensa que siguen siendo necesarios los espacios no mixtos de trabajo?

    Se trata de comprenderlas necesidades ajenas y ya está. Si yo te digo que aquí no quiero personas blancas, respétalo y ya está. Enlaza, de nuevo, con el privilegio. A una persona blanca nunca le han dicho “tú no puedes estar aquí”. A las personas negras nos lo dicen todo el tiempo. A ti, como persona blanca, ¿en qué te afecta no poder ir a una charla, a una actividad? En nada. En cambio, a mí sí me repercute negativamente que me nieguen un trabajo, que me nieguen un crédito, que me nieguen un alquiler por ser negra. El hecho de que te deje fuera de un espacio no te implica absolutamente nada. Así que no clames al racismo inverso, porque no cuela. En cambio, yo sí que sufro unas consecuencias que tienen efectos negativos en mi vida.

    Los espacios no mixtos son supernecesarios para que la comunidad pueda repensarse con tranquilidad, y desde los cuidados y sin interferencias. Es así de fácil. A veces son espacios de trabajo, otras de autocuidados, de compartir colectivamente lo mal que nos sentimos en muchas ocasiones a nivel emocional por todos esos inputs negativos que estamos recibiendo constantemente. Y necesito hacerlo con personas que tienen el mismo sentir que yo.

    Recomiende, a quienes nos leen, una peli, un libro y un disco para seguir aprendiendo.

    Me lo pones muy difícil. El libro que últimamente más me ha impactado ha sido Entre el mundo y yo, del estadounidense Ta-Nehisi Coates, es brutal y está escrito en formato carta, dirigida a su hijo de quince años, y le habla de muchas cosas que tiene que tener en cuenta como joven negro en Estados Unidos; de toda la violencia que se inflige sobre los cuerpos negros, de cómo ese sueño americano se construye de repente sobre los cuerpos de hombres y mujeres negros. Es un libro maravilloso. Leer a la activista catalana musulmana y analista de datos Míriam Hatibi (Mírame a los ojos), a la periodista afroespañola Lucía Mbomio (Las que se atrevieron) y a Chenta Tsai Tseng, migrante de origen chino, arquitecto, músico, activista, más conocido por Putochinomaricón (Arroz tres delicias) también es muy recomendable.

    El disco de Solange Knowles, la hermana de Beyoncé, A Seat at the Table, me parece que tiene un poder reivindicativo brutal, y me encanta. Y cualquier disco de Nina Simone y la película documental sobre ella What happened Miss Simone?.

    Otras películas documentales interesantes son: Homecoming, sobre el espectáculo de Beyoncé en Coachella, con citas de activistas como James Baldwin, Malcolm X…; Enmienda XIII: Una conversación con Oprah Winfrey, de la directora Ava Duvernay; y Still I Rise, sobre la vida de la poeta estadounidense Maya Angelou.

    Carmen Briz @MamenBriz es periodista y forma parte del equipo de la Secretaría Confederal de Mujeres e Igualdad de Comisiones Obreras.