Confederación Sindical de Comisiones Obreras | 19 abril 2024.

REVISTA TRABAJADORA, N. 69 (FEBRERO DE 2020)

Madres... y punto, de Paloma de Uribe y Violeta Assiego

    PALOMA DE URIBE y Violeta Assiego escriben sobre el estudio Madres y punto. Una realidad invisible de la monoparentalidad en España desde las prácticas sociales a la voz de las madres publicado por la Federación de Asociaciones de Madres Solteras (FAMS).

    02/03/2020.
    "Madres y punto".

    "Madres y punto".

    DESDE HACE ya 25 años, la Federación de Asociaciones de Madres Solteras (FAMS) (1) viene reivindicando los derechos de las mujeres y de sus hijas e hijos, de las familias que hoy denominamos “familias monomarentales”. Este cambio en la forma de nombrarlas no es casual, es el fruto de una evolución de la sociedad que todavía no ha llegado a su fin. Aún se mantienen muchas de las discriminaciones que padece una mujer cuando cría en solitario, cuando su modelo familiar se sale de lo “tradicional”.

    Estas discriminaciones son en gran parte herencia del ideario franquista: el estigma de ser ‘madre soltera’. Aquel rechazo durante cuatro décadas y la ausencia de políticas específicas a partir de la transición siguen afectando de manera directa a una realidad familiar, la monoparental, que pone en evidencia cómo las políticas públicas se piensan y diseñan a partir de un modelo de familia biparental, olvidando la complejidad de la diversidad familiar que existe en nuestro país.

    Precisamente, el estudio realizado a lo largo del 2019, Madres y punto. Una realidad invisible de la monoparentalidad en España desde las prácticas sociales a la voz de las madres (2), quiere marcar un punto de inflexión en esa manera de analizar y dar respuestas a las problemáticas y dificultades que atraviesan a las familias monomarentales. Sin duda, los datos reflejan una situación preocupante respecto a cómo afecta la pobreza y la exclusión a las familias monomarentales. Sin embargo, no se puede aceptar esta asociación sin cuestionar el modelo político económico, porque de lo contrario pudiera parecer que el hecho de criar en solitario está abocado a la marginalidad. El estudio interpela directamente a cuál debe ser la capacidad de las políticas públicas para frenar y reducir las tasas de desempleo, pobreza y exclusión de las familias monoparentales.

    Sabemos que las palabras construyen realidades, y que en base a éstas se diseñan y desarrollan esas políticas públicas que deben hacer frente a las situaciones de pobreza y exclusión y velar por la igualdad de oportunidades sin distinción. Por esto urge un cambio de mirada a la hora de analizar y abordar la condición de monoparentalidad, una mirada que parta de un marco teórico multidimensional y crítico con el discurso actual. Los ejes de análisis y estudio que se encuentran en Madres y punto abordan, entre otros, las siguientes temáticas: prácticas y discursos sociales, una radiografía sobre la vulnerabilidad, el marco legal, las prácticas discriminatorias y un acercamiento cuantitativo y cualitativo a la realidad de las familias monomarentales.

    Las prácticas sociales sobre la monoparentalidad están en el origen de las prácticas discriminatorias que sufren las mujeres que crían en solitario a sus hijas e hijos. Este análisis hace referencia al factor género, pero también menciona la importancia de estudiar estas prácticas discriminatorias a través de un enfoque interseccional.

    Los discursos sociales en torno a la monoparentalidad son determinantes a la hora de romper con los estigmas que se arrastran y comprender que estamos ante una realidad que forma parte de la diversidad familiar. El cómo se arma ese relato es determinante a la hora de comprender la necesidad de un reconocimiento legal integral de los derechos a los que deben tener acceso las familias monoparentales.

    Una radiografía de la vulnerabilidad monoparental que interpele el hecho de que las condiciones de vida de la ciudadanía dependan de si ésta vive en pareja, de si tiene hijos o de si al tenerlos los quiere criar en solitario o junto a otra persona. La sostenibilidad de la vida no puede depender de la sostenibilidad del mercado. Los datos de pobreza en las familias monoparentales son preocupantes y abrumadores, pero existe el grave riesgo de no comprender que la solución está en su reconocimiento legal.

    El actual marco legal refleja cómo no existen políticas públicas y medidas integrales con impacto estatal que regulen y reconozcan la monoparentalidad como parte de la diversidad familiar en igualdad a otros modelos familiares. Las familias monoparentales tienen que ser parte de la norma, es decir, de la normalidad de situaciones familiares a las que las políticas públicas deben dar respuesta

    Las prácticas discriminatorias a las familias monoparentales son habituales y cotidianas, residen en el imaginario social sin que desde las instituciones públicas se haga un trabajo de toma de conciencia y desestigmatización. Mientras esto no suceda es difícil comprender la necesidad de reconocimiento legal que reclamamos y que debe ir más allá de las respuestas de emergencia a las situaciones de pobreza que experimentan en gran número las familias monoparentales.

    Por último, la Encuesta FAMiliaS es nuestro primer acercamiento cuantitativo y cualitativo a las voces de las madres que crían en solitario a sus hijas e hijos. Más de 800 respuestas a la encuesta junto con los relatos que hemos oído en los grupos de discusión, reafirman las hipótesis sobre cuáles son las dificultades que tienen las familias monomarentales y que están relacionadas principalmente con: la falta de apoyos en el cuidado de sus hijas e hijos; el acceso al mercado de vivienda; la precariedad y condiciones del mercado laboral que impactan con crueldad en quienes tienen situaciones vitales, familiares y sociales más frágiles y las deficiencias en materia de conciliación e igualdad impactan de manera amplificada en las madres monoparentales.

    Tras las situaciones de exclusión y discriminación que sufrimos las familias monoparentales hay una estructura social donde los órdenes económicos, sexuales, políticos y simbólicos interfieren de manera determinante y el papel de la acción sindical y los agentes sociales a la hora de revertir estas situaciones de injusticia y desigualdad es clave:

    . Pedir a las instituciones y administraciones que haya una norma estatal que defina la monoparentalidad de forma inclusiva y en positivo.

    . Poner los cuidados y la sostenibilidad de la vida en el centro de las políticas y medidas en materia de derechos laborales, teniendo muy presentes las especificidades de las familias monoparentales.

    . Promocionar fórmulas de empleo que favorezcan la empleabilidad de las familias monoparentales y faciliten su conciliación con beneficios sociales en materia de empleo, promoción de la contratación, creación de servicios públicos de educación, etc.

    . Establecer medidas reales de corresponsabilidad en la vida laboral, familiar y personal: flexibilidad horaria, fórmulas de teletrabajo, elección de turnos con preferencia de acceso para la familia monoparental, reducción de jornada para adaptarla a los horarios escolares con una deducción que compense la reducción salarial, servicios comunitarios de cuidado gratuitos para niñas y niños que amplíen los horarios escolares, acceso asegurado a guarderías públicas, etc.

    . Ampliar los permisos de maternidad y otros dirigidos al cuidado de las y los hijos, garantizándoles el mismo tiempo de cuidado familiar que a familias biparentales.

    . Aprobar medidas específicas de protección a la maternidad que tengan en cuenta siempre la especificidad propia de las familias monomarentales: incremento de la deducción y de las prestaciones por hija o hijo a cargo, prestación no contributiva para madres en activo sin recursos que no hayan cotizado los mínimos exigidos, atendiendo de forma especial a la familia monoparental.

    . Establecer medidas de protección a las familias monoparentales en cuanto a la jubilación después de haber trabajado jornadas reducidas.

    El estudio es amplio y puede que, en algún momento, denso. Sin embargo, lo consideramos imprescindible para abordar una realidad familiar cada vez más presente en nuestra sociedad. Las familias monoparentales desafían la actual estructura del sistema de bienestar y la configuración de las políticas públicas que están pensadas desde un modelo de familia biparental. Simplificarla y asociarla a situaciones de pobreza es un grave error, también lo sería ignorarlo. Esa es la complejidad, ese es el reto, en eso es en lo que necesitamos que también se sumen los sindicatos.

    Paloma de Uribe (@PalomaDeUribe1) es técnica de programas en FAMS y Violeta Assiego (@Vissibles) es abogada y activista por los derechos humanos.

    (1) La Federación de Asociaciones de Madres Solteras (FAMS) nació en 1994, apenas una década después de que se suprimiera el Patronato de Protección de la Mujer tras varios escándalos relacionados, entre otros, con la Casa Maternal de Peña Grande en la que ingresaban las madres solteras. Pero ésta es otra historia que merece la pena ser contada aparte. La FAMS está compuesta por ocho entidades de diferentes territorios del país. Además trabajan dentro de la Red de Estatal de Entidades de Familias Monoparentales (REEFM) que reúne a 24 entidades con presencia en 13 Comunidades Autónomas.

    (2) Paloma de Uribe, Aurea Ferreres, Marlene González son las autoras del estudio que ha sido coordinado por Violeta Assiego.

    Revista Trabajadora, n. 69 (febrero de 2020).