Confederación Sindical de Comisiones Obreras | 20 abril 2024.

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Entrevista/ María Guinea: "Te puedes acostumbrar al sufrimiento de la enfermedad o la muerte, pero al sufrimiento social no", de Carmen Briz Hernández

    MARÍA GUINEA Rueda, 55 años, es médica de familia en un centro de atención primaria en la comarca alicantina Marina Baixa adonde llegó en el año 2001 y es una perfecta conocedora de las necesidades tanto de sus pacientes como de la sanidad pública.

    10/06/2020.
    María Guinea.

    María Guinea.

    MARÍA GUINEA Rueda estudió medicina en la Universidad Complutense de Madrid y reside y trabaja en la Marina Baixa (Alicante). Aquí llegó, tras su divorcio, con dos niños a su cargo (de seis meses y dos años) y una recién aprobada oposición bajo el brazo: “Llegué completamente sola, no tenía ningún vínculo con nadie. Sí que podía contar con una fuente de ingresos razonable para vivir bien, pero sin ningún tipo de apoyo. Ese sentimiento de sacar adelante la maternidad sola y desempeñar un trabajo lo tengo siempre muy presente cuando hablo con mis pacientes y me cuentan sus cargas”. Durante estos dos últimos meses, María Guinea ha estado liberada para poder hacer sindicalismo ya que es delegada de la sección sindical de CCOO del área de Atención Primaria y forma parte del Comité de Seguridad y Salud (1). Acaba de incorporarse a su puesto hace escasamente dos semanas.

    ¿Cuál ha sido su papel, desde el punto de vista laboral, durante la crisis de la COVID-19?

    Percibimos, desde el principio, una gran carencia de medios, a consecuencia de los recortes en sanidad. Era penosa la situación, muchas personas se habían “fabricado” los equipos de protección con bolsas de plástico y gorros de duchas. Y entre el personal sanitario ha habido mucho miedo, tanto por los pacientes que estaban falleciendo como por los contagios. Muchas trabajadoras, además, nos consultaban sobre sus problemas en el ámbito familiar. Trabajar y ser el bastión principal en sus casas (cuidados de menores, de mayores y tareas del hogar) ha sido una sobrecarga brutal para ellas. No estamos conciliando nada. Las mujeres asumen cada vez más carga de trabajo.

    ¿Cómo se ha enfrentado la atención primaria a esta situación excepcional, precedida, por otra parte, de recortes y falta de inversión?

    No es casual que la incidencia del coronavirus haya sido mayor en las comunidades autónomas donde los recortes han sido severos. La atención primaria ha sufrido y es una pena porque su personal es capaz de ver los matices en las personas y cuenta con información valiosísima de cada paciente para poder ayudarles. Pero es mucho más “molón” inaugurar un nuevo servicio de oncología que decir que vas a contratar a cinco enfermeras para que vayan a hacer visitas a las personas mayores a sus domicilios. Las personas con patologías necesitan centros de atención primaria de calidad, cercanos, que manejen sus patologías y sus circunstancias (también las familiares y sociales). Toca ahora centrarse en el control de enfermedades, en las intervenciones, en las derivaciones a especialistas. Supone inversión económica. Hay una cantidad enorme de médicas y médicos de familia jóvenes a quienes no se les están dando oportunidades y que deciden marcharse a trabajar al extranjero; y formar a una médica o un médico de familia nos cuesta 200.000 euros.

    ¿Qué ha aprendido de toda esta experiencia?

    Desde el punto de vista médico, que las enfermedades infecciosas aún se nos resisten. Desde un punto de vista de cómo es el mundo, éste es igual que en los tiempos de la peste, los miedos son los mismos. Me produce mucha zozobra el futuro. Tengo muchas pacientes que son camareras de piso, que no tienen vidas cómodas, pero habían mejorado algo en condiciones laborales, ¿qué va a ocurrir con ellas ahora? Como médica, al sufrimiento de la enfermedad o de la muerte te puedes ir acostumbrando, pero al sufrimiento social no.

    ¿Cuáles van a ser las consecuencias psicológicas y mentales para una parte de la población?

    El miedo pasado estará presente y vencerlo va a ser difícil. Y después está la incertidumbre, el miedo al futuro. Creo que nos hemos convertido en una sociedad que quiere todo tipo de certezas y no aceptamos que somos muy frágiles. Tendremos que aprender a convivir con la fragilidad, al menos desde la cultura occidental. Confío, al menos, en que las Mareas Blancas salgan reforzadas.

    Carmen Briz (@MamenBriz) es periodista y forma parte del equipo de la Secretaría Confederal de Mujeres e Igualdad de Comisiones Obreras.

    (1) Órgano paritario y colegiado de participación destinado a la consulta regular y periódica de las actuaciones de la empresa en materia de prevención de riesgos.

    Revista Trabajadora, n. 70 (junio de 2020).