Confederación Sindical de Comisiones Obreras | 23 abril 2024.

REVISTA "TRABAJADORA", N. 73 (OCTUBRE DE 2021)

Empleo/ La profesionalización, otro hito hacia la igualdad en el fútbol, de Begoña Marugán Pintos y María José López González

    20/10/2021.
    Jennifer Hermoso (foto de su perfil en Instagram), centrocampista del Fútbol Club Barcelona.

    Jennifer Hermoso (foto de su perfil en Instagram), centrocampista del Fútbol Club Barcelona.

    HAN PASADO 7 años desde que para conmemorar la celebración del 8 de Marzo la Federación de Servicios a la Ciudadanía de CCOO lanzara el vídeo Te juegas mucho, en el que se denunciaba la discriminación directa que sufrían las mujeres en el fútbol ante la inexistencia de una liga profesional y la escasa profesionalización en un contexto de Estado democrático, hecho que producía una inequidad en un ámbito laboral entre hombres y mujeres en el ejercicio de la actividad futbolística.

    No ser profesionales suponía no ser reconocidas como trabajadoras, no tener derecho a estar protegidas por el sistema de la Seguridad Social y, por tanto, no poder coger una baja si se lesionaban entrenando o compitiendo, lo que suponía en algunos casos perder el empleo que las mantenía económicamente, porque el fútbol (femenino) no se reconocía como empleo. A pesar de entrenar todos los días y jugar los partidos correspondientes los fines de semana, desplazándose donde fuera necesario para jugar, esto se tomaba como un hobby por el que se recibía un escasísimo salario y que algunas cobraban en negro. Una situación que cambió con la negociación del primer Convenio colectivo para las futbolistas que prestan sus servicios en clubes de la primera división femenina de fútbol, firmado en agosto del 2020. Un convenio por el que hacía tiempo la Asociación de Futbolistas Españoles (AFE) estuvo peleando al entender que el fútbol es un trabajo, en el que las mujeres estaban discriminadas laboralmente.

    Tras un proceso largo y difícil de negociación, el 18 de febrero de 2020 se firmó el acuerdo del Convenio Colectivo del Fútbol Femenino (CCFF), que culminó con la publicación en el BOE el 15 de agosto de 2020. Este convenio, novedoso en la Unión Europea, no solo fue un acuerdo histórico mediante el cual se empezaron a reconocer derechos a las jugadoras de los que antes carecían, sino que además marcaba la dirección a seguir por todo el deporte femenino. La negociación y acuerdo respecto al convenio instaló el marco legal dentro del cual debería abordarse la cuestión del deporte femenino si de verdad se apostaba por él, se luchaba contra la discriminación y por la profesionalización del deporte femenino.

    Varios fueron los derechos reconocidos a pesar de los sucesivos atascos, superados en algunos casos gracias a la postura de las jugadoras que llegado el caso debieron recurrir a una posible huelga. El establecimiento de una parcialidad del 75%, un salario mínimo de 16.000 euros brutos para el contrato a jornada completa y 12.000 euros para los de jornada a tiempo parcial, con un incremento anual el IPC más el 2%.

    También el convenio estableció que la jornada laboral de 35 horas semanas (7 horas diarias) en cómputo semestral sin incluir los periodos de concentración o desplazamientos, un descanso semanal mínimo de día y medio y el derecho anual a 30 días naturales de vacaciones. Pero no sólo se trata de jornada y salario. Si la maternidad es un elemento de penalización laboral habitual, en el deporte suponía el fin de su carrera profesional por ello que el convenio recogiera que las futbolistas que se quedaran embarazadas en su último año de contrato tendrían derecho a renovar por una temporada más con las mismas condiciones fue muy relevante. Lo mismo que la cobertura del 100% de las retribuciones de las jugadoras en caso de baja o incapacidad temporal por lesión.

    Lo conseguido se aplicó con carácter retroactivo desde el 1 de julio de 2019 a los 16 equipos que disputan la Primera Iberdrola, y tuvo especial transcendencia para aquellas jugadoras de los club modestos, pero además ha permitido fijar el camino a trazar para que la situación de las jugadoras, y de todo el deporte femenino en general, se pueda ir adaptando a la normativa, tanto española como europea, en igualdad.

    Conviene recordar, que el sindicato de las y los futbolistas – AFE- como sindicato mayoritario en la mesa de negociación de ese convenio colectivo lo ha denunciado con el objetivo de anular la parcialidad, así como establecer nuevo salario mínimo e incluir mejoras normativas acordes con la legislación referida a la igualdad en el ámbito laboral.

    Dentro de esta última, destacaríamos la Estrategia para la Igualdad de Género 2020-2025, con la que se persigue conseguir una Unión Europea de la igualdad, avanzando de forma sustancial en garantizar la igualdad de oportunidades para mujeres, hombres, niños y niñas, para que respetando su diversidad dispongan de libertad para elegir su vida. En este momento el camino está iniciado. El convenio ha servido de arranque en esta lucha por la igualdad porque se ha mandado un mensaje social. Por ejemplo, se ha visto que si eres futbolista no tienes por qué renunciar a la maternidad, pero también el mensaje llega a las niñas que sueñan con ser jugadoras y han encontrado a sus “ídolas”. Las niñas quieren llevar la camiseta de Jennifer Hermoso o Amanda Sampedro, centrocampistas del Fútbol Club Barcelona y del Atlético de Madrid de Primera División respectivamente, entre otras. Pero esto es un proceso y se deben seguir dando pasos.

    Ahora el reto es avanzar en la mejora de los aspectos laborales de estas relaciones profesionales de las jugadoras, para que esa igualdad sea real y efectiva. Y nos encontramos con el reto de cómo se van a aplicar por un lado el Real Decreto 901/2020 por el que se regulan los planes de igualdad y su registro a los clubs, ya que el deporte se considera un ámbito específico; y por otro, el Real Decreto 902/2020, de igualdad retributiva entre mujeres y hombres, en el que se observará, especialmente, el hecho de la especificidad del deporte, cuya segregación discrimina. La aplicación del reglamento de planes de igualdad puede contribuir a allanar el terreno, puesto que para poder llegar a negociar medidas hay que realizar previamente un diagnóstico de la situación; y éste visibilizará las brechas más acusadas entre mujeres y hombres que juegan en las diferentes disciplinas. Pero, para todo ello es esencial que las futbolistas sean profesionales para poder afirmar con rotundidad que existe igualdad.

    El convenio colectivo ha sido determinante para que el Consejo Superior de Deportes (CSD)- órgano gestor del deporte de nuestro país- aprobara en su Comisión Directiva del pasado 15 de junio la primera Liga Profesional Femenina en el fútbol. Esperemos que vengan otras, y que esta decisión juegue como efecto tractor para el resto de las disciplinas deportivas. No olvidemos que en España en pleno siglo XXI sólo existían ligas profesionales masculinas.

    El significado de esta decisión, además de poner en valor el convenio colectivo y consolidar las relaciones laborales, viene a suponer una imposible marcha atrás del reconocimiento del mundo laboral en el deporte del fútbol femenino, teniendo en cuenta que el deporte sigue siendo un escenario segregacionista.

    La profesionalización afectará a cuestiones como la jornada laboral y la no parcialidad, romper con barreras discriminatorias entre hombres y mujeres en el mismo ámbito laboral, vincular las estructuras de los clubes en profesionales – terreno de juego, instalaciones deportivas, tipo de desplazamientos, asistencia sanitaria, etc. Y todo ello significará que las mujeres, por fin, además de haber demostrado que son magníficas profesionales, serán consideradas legalmente como tales.

    Begoña Marugán (@Begoa46) es adjunta a la Secretaría de las Mujeres de la Federación de Servicios a la Ciudadanía de Comisiones Obreras (@FSCdeCCOO) y María José López (@afefutbol) es codirectora de la asesoría de la Asociación de Futbolistas Españoles (AFE).

    Revista Trabajadora, n. 73 (octubre de 2021).