Confederación Sindical de Comisiones Obreras | 13 mayo 2024.

REVISTA TRABAJADORA ONLINE

Empleo/ Teletrabajo y mujeres, ¿matrimonio de convivencia?, de Gonzalo Escamilla Rodríguez

    Gonzalo Escamilla, Máster en Economía Internacional y Desarrollo por la Universidad Complutense de Madrid, escribe sobre teletrabajo y mujeres.

    28/02/2024.
    Fotografía de Txefe Betancort.

    Fotografía de Txefe Betancort.

    LA MEJORA en la tecnología, el aumento de las actividades basadas en el conocimiento, la división y digitalización masiva de las tareas generan un clima más favorable para el desarrollo del teletrabajo. El último impulso a esta modalidad de trabajo ha sido la pandemia de la COVID-19. Y es posible que haya cambiado la organización del trabajo de forma determinante. Según la Fundación Europea para la Mejora de las Condiciones de Vida y de Trabajo (Eurofound), en 2017 el 5% de la población activa de la Unión Europea teletrabajaba regularmente desde casa, este porcentaje ha pasado al 37% en 2020 por la pandemia. Esta modalidad de trabajo tiene una fuerte tendencia hacia una aceptación mundial, así como su crecimiento acelerado, que es unánime.

    El teletrabajo se está extendiendo en todos los sectores del mercado laboral y en casi todas las categorías profesionales. Está modalidad de trabajo remoto permite una mayor flexibilidad de la jornada laboral. También facilita el ahorro de tiempo y dinero en el desplazamiento de casa al trabajo. Además de una mayor personalización del tiempo y espacio de trabajo. A pesar de estas virtudes, el teletrabajo también tiene inconvenientes. El teletrabajo puede conllevar un excesivo control por parte de sus supervisores. Se advierte que con el teletrabajo las jornadas pueden acabar extendiéndose o generar una segregación de género al entenderlo como una medida de conciliación. Aun así, hay quienes plantean que el teletrabajo permite ajustar los horarios para conciliar mejor las necesidades familiares, laborales y de ocio.

    Sobre este último punto se centró la OIT en un informe conjunto con Eurofound. El trabajo desde el domicilio tiene el riesgo de solapar la vida privada o familiar y la laboral, provocando un aumento de los conflictos entre el trabajo y la familia. La lógica podría mostrar que el teletrabajo facilita un mejor equilibrio entre la vida laboral y la familiar de las personas trabajadoras. Sin embargo, parece que a una parte significativa la lleva a trabajar más allá de la jornada de trabajo establecida y a menudo no es remunerada. Según este informe, las mujeres tienden a trabajar menos horas en teletrabajo y parecen obtener resultados ligeramente mejores en conciliación que los hombres. En esa línea las mujeres tienden a utilizar con más regularidad el trabajo desde casa (frente a otras posibles localizaciones fuera de la oficina) y en la mayoría de los contextos la razón es la conciliación familiar. Otras investigaciones también indicarían que las mujeres que tienen hijos o hijas podrían mantener su trabajo o la jornada a tiempo completo gracias al teletrabajo.

    El estudio Factores de desigualdad entre teletrabajadores en Europa, de López-Igual y Rodríguez-Modroño , 2021 muestra que las condiciones laborales del teletrabajo son muy diferentes. Los datos de la 6º Encuesta Europea de Condiciones de Trabajo apuntan que una cuarta parte de estas personas trabajadoras móviles están en condiciones de precariedad. Una precariedad basada en la temporalidad, inseguridad laboral, bajos salarios y falta de futuro profesional, siendo las mujeres las que se encuentran mayoritariamente en el grupo de teletrabajadores más precarios y con peores condiciones laborales. En España, las mujeres tienen hasta 9 puntos menos de tasa de actividad, 15,4 puntos más de tasa de parcialidad y 5,43 puntos más en la tasa de temporalidad (EPA, 1º trimestre 2023). La implantación del teletrabajo puede tener un efecto en estos datos. Y, un ejemplo de ello es el artículo 34.8 del Estatuto de los Trabajadores que permite la adaptación de la jornada para el cuidado de hijos y personas dependientes e incluye el teletrabajo como posibilidad para la conciliación.

    La Encuesta sobre equipamiento y uso de tecnologías de información y comunicación en los hogares del INE indica que a un 12,83% se le permite teletrabajar totalmente y a un 19,79% parcialmente. De las personas a las que se les permite teletrabajar, solo un 37,29% teletrabaja en la semana de referencia, siendo los hombres casi el 50%. De hecho, las mujeres emplean de media más tiempo de su jornada teletrabajando que los hombres dentro de la muestra. Lo interesante es que el 43,4% de las personas querrían reducir el porcentaje de la jornada que realizan en teletrabajo. Siendo aquellas que más teletrabajan las que más quieren reducir el peso de éste en su jornada. Separando por sexo, el 45,6% de las mujeres que teletrabajan quieren reducir el porcentaje que representa en su jornada y el 42,1% quieren mantenerlo. A pesar de estos datos, la valoración del teletrabajo es muy positiva con un 8,3 sobre 10. Está valoración sigue siendo positiva incluso para las personas que quieren reducir el porcentaje de su jornada que dedican para el teletrabajo.

    Modelos econométricos

    CON ESTA BASE de datos y la información de la EPA se han realizado una serie de modelos econométricos de los que extraer conclusiones. Los resultados muestran que la convivencia en pareja tiene un efecto positivo sobre la probabilidad de poder teletrabajar, en la línea de otros autores y que, sin embargo, tener menores de 16 años a cargo no es significativo.

    En relación con las mujeres y el teletrabajo, lo primero que se comprueba es que ante dos personas iguales (nacionalidad, estudios, puesto de trabajo, sector, etc) los hombres tienen un 4,22% más de probabilidad de que la empresa les permita el teletrabajo. Sin embargo, hay que tener en cuenta que hay un efecto indirecto a través de las ocupaciones. Hay ciertos puestos en los que las mujeres están sobrerrepresentadas como las técnicas o las relacionadas con el trabajo en oficina (casi un 60% y 70% de mujeres respectivamente), y es justo en estos sectores donde tienen una mayor probabilidad de que se les permita teletrabajar. Para los empleos contables, administrativos y de oficina el aumento en la probabilidad de poder teletrabajar es del 33% o para los técnicos y profesionales científicos e intelectuales un 25%. Por otro lado, las personas con ocupaciones de operadores de maquinaria, con mayor presencia de hombres, tienen un 15% menos de probabilidades de poder teletrabajar. Este efecto indirecto de ser mujer hace que al final este colectivo tenga mayor probabilidad de que su empresa le permita el teletrabajo.

    En segundo lugar, se pueden extraer conclusiones de la relación entre teletrabajo, sexo y trabajo. Para los hombres, cada aumento en la probabilidad de poder teletrabajar se relaciona con un aumento de un 7% más en la probabilidad de tener un contrato indefinido respecto a las mujeres. Apoyando las investigaciones que apuntan a una mayor precariedad de las mujeres en el teletrabajo, en este caso con más contratos temporales con teletrabajo.

    Respecto a la jornada completa se percibe que la relación con el teletrabajo, también se ve afectada por el sexo de forma significativa. En las mujeres, un aumento unitario en la probabilidad de poder teletrabajar implica un 16,75% más de probabilidad de tener jornada completa que en los hombres. Esto podría deberse a la flexibilidad del teletrabajo para poder compaginar la vida familiar (cuidado de hijos e hijas o personas dependientes, tareas del hogar, etc) con la vida laboral. Las mujeres son las que suelen hacerse cargo de este trabajo familiar y por ello, tienen la mayoría de las jornadas parciales. Según la EPA del 1º trimestre del año 2023, más del 93% que dicen tener jornada parcial por el cuidado de niños o niñas o de adultos con enfermedad o incapacidad o mayores son mujeres. Con la flexibilidad del teletrabajo habría mujeres que podrían compaginar una jornada laboral completa con la vida familiar.

    El teletrabajo avanza, y de hecho en España, se publicó el 10 de julio del 2021 la Ley 10/2021, de 9 de julio, de trabajo a distancia en la que se desarrolla en profundidad la regulación del teletrabajo. Se plantean grandes debates en los centros de trabajo sobre su utilidad, sus problemáticas para la sindicación o las posibilidades de mayor explotación de la plantilla, con especial atención a las mujeres. Con esta humilde investigación se pretende dar el primer paso para encarar estos debates.

    Gonzalo Escamilla (@GonzaloEscamil) es Máster en Economía Internacional y Desarrollo en la UCM.

    Revista Trabajadora, n. 81 (febrero de 2024).