Confederación Sindical de Comisiones Obreras | 23 abril 2024.

EDITORIAL

25N: No nos resignamos; son vidas, no números

    #VidasNoNúmeros es el lema elegido para este nuevo 25 de Noviembre, Día Internacional contra las Violencias Machistas.

    27/11/2018.
    Autorretrato de la pintora gerundense Ángeles Santos (1928), quien pintó desde los 18 hasta sus 101 años (falleció en 2013).

    Autorretrato de la pintora gerundense Ángeles Santos (1928), quien pintó desde los 18 hasta sus 101 años (falleció en 2013).

    SE ACABA EL AÑO y un número de la revista Trabajadora lo cierra coincidiendo con el 25 de Noviembre, donde no solo vemos una pretendida legislación que debería mejorarlo, sino que nos enfrentamos, una vez más, a las “cifras de la vergüenza”.

    Los datos hablan de 971 vidas de mujeres sesgadas desde el año 2003 por violencia de género. El año 2017 se cerró con 51 víctimas y son ya 43 víctimas mortales (a fecha 23 de octubre) en 2018). Si nos centramos en menores, son 27 las víctimas desde 2013. En 2017 fueron 8 y 3 en 2018 (a fecha de 23 de octubre). Son datos oficiales del Ministerio de la Presidencia, Relaciones con las Cortes e Igualdad. Datos que solo son una pequeña muestra de la triste realidad, de las atrocidades que las mujeres, por el simple hecho de serlo, sufrimos, y cuyas consecuencias no solo quedan en nuestro cuerpo y nuestra mente, sino que se reflejan para el resto de nuestra vida, en nuestra familia y nuestro entorno.

    A lo largo de este último año, las mujeres hemos comprobado como la violencia machista se ha visto enarbolada por la impunidad en los delitos y las penas administradas a quienes violan, maltratan, acosan y asesinan. Ante esta situación creemos que es conveniente denunciar la indeseada naturalidad y falta de asombro que campa en la sociedad al escuchar un nuevo asesinato, un nuevo caso de violación múltiple, de acoso o de maltrato.

    La existencia de esta falta de consideración, de empatía social con una realidad tan dolosa como es la violencia contra las mujeres, nos paraliza y desconcierta al mismo tiempo. De ahí que este 25N hayamos decidido dedicarlo, a la reivindicación de: “No normalizar lo que No debe ocurrir”.

    En esta ocasión, nuestra campaña está dirigida al análisis de datos estadísticos, las consecuencias de estos datos, y el por qué de esa indeseada normalización de hechos violentos contra las mujeres. Nuestro material reivindicativo, denuncia al mismo tiempo que los datos no son solo números, sino que existen caras, cuerpos, familias, vidas en definitiva, detrás de los mismos. Es prioritario poner el acento en la violencia que se produce contra las mujeres en la calle, en el hogar, en el trabajo, desde la política, la sociedad, la justicia, etc.

    Debemos ser conscientes de que todos y todas somos cómplices de estas cifras de la vergüenza y que, desgraciadamente, si no hacemos nada, terminarán formando parte de ese mismo recuento oficial donde solo se recogen las vidas truncadas de mujeres víctimas, y digo bien, víctimas de un sistema que no funciona.

    Un sistema que no funciona

    UN SISTEMA que debería protegerlas, atenderlas, cuidarlas y defenderlas, un sistema que, por el contrario, deniega un alto número de ordenes de protección (30% en 2017) un requisito imprescindible hasta el momento para la acreditación como víctima y, por tanto, para la activación de los necesarios sistemas de prevención y acceso a los recursos económicos y derechos laborales existentes.

    Un sistema donde parece fallar la tutela institucional y judicial sobre la valoración del riesgo, lo que ha tenido como resultado el asesinato de las mujeres; y en aquellas que si se evalúan correctamente, no son suficientes ni eficaces, ya que carecen de recursos y de profesionales con formación especializada.

    Un sistema que en su ámbito judicial, en excesivas ocasiones, maltrata con sentencias y resoluciones judiciales carentes de empatía, solidaridad o respeto, llegando a revictimizar a las mujeres.

    Un sistema que alimenta una insoportable tolerancia social y cuyas políticas institucionales, carentes de eficacia contra la violencia, culpabilizan a la víctima, cuestionan su veracidad, reproducen los estereotipos sexistas y no consiguen frenar la violencia juvenil.

    Es, en definitiva, un sistema que falla en su conjunto: administraciones, fiscalía, abogacía, profesionales sanitarios y sociales, agentes todos ellos que intervienen en la prevención, actuación y atención a las víctimas de violencia de género, cuyos fallos desincentivan a las mujeres a la hora de interponer denuncias y que transmiten falta de confianza a la hora de proteger a las víctimas directas e indirectas.

    Nuestro compromiso como organización sindical feminista y de clase, va en contra de todo tipo de violencias, por ello nos parece prioritario y urgente: actuar contra todo tipo de violencia; garantizar la no existencia de discriminación sexista y colaborar de manera eficaz en la prevención, protección y atención de las víctimas de violencia.

    Con esa finalidad, en este número de la revista analizamos las herramientas de visibilidad y acción con las que contamos (EnClaveVioleta, negociación colectiva, diálogo social, acción sindical, elecciones sindicales, etc.); damos a conocer muchos de los materiales, actuaciones y actividades desarrolladas para y por acabar con esa desigualdad estructural persistente en la sociedad (nuevas masculinidades y micromachismos, medios de comunicación, etc.); analizamos el contenido del avance legal (Grevio, Agenda 2030, etc.); y todo a través de una mirada especializada, real y diversa (libros académicos, revistas, entrevistas, campañas, etc.) que nos acerca a la dimensión de los problemas y a la diversidad de situaciones de discriminación y desigualdad que aún quedan por prevenir y erradicar. Desde este punto de vista, la acción conjunta con otras organizaciones es imprescindible. Por este motivo, apoyamos explícitamente la campaña realizada por Amnistía Internacional No consiento. Basta de obstáculos para las víctimas de violencia sexual.

    Debemos ser conscientes del momento en que vivimos, debemos ser capaces de ver la realidad lo más cerca posible y asumir lo que se ha evolucionado y, en muchos casos, involucionado. Y debemos responder ante esa sociedad que sigue sin tener respuesta a las demandas planteadas.

    Tenemos que recordar que nuestra sociedad lleva una década de crisis, de reformas laborales, de políticas de recortes en los pilares del sistema de bienestar (sanidad, educación, servicios sociales, etc.), de atentado y retroceso de las libertades y actuaciones contra los derechos humanos y reproductivos.

    Una década en la que las desigualdades estructurales se acentúan y en donde hemos sido testigos de esa involución más acusada en la situación sociolaboral de las clases más desfavorecidas, entre ellas las mujeres, por género y por clase. Por ello, nuestra organización se ha centrado en avanzar en la consecución de objetivos concretos que afectan de manera directa en el día a día de las trabajadoras. Una labor iniciada con esa subida del Salario Mínimo Interprofesional (SMI), seguida de la apertura de un proceso de negociación colectiva en la función pública y continuado, hace bien poco, con la firma del IV Acuerdo por el Empleo y la Negociación Colectiva (AENC).

    Pasos que recorren y avanzan en la difícil tarea de aumentar y mejorar la empleabilidad, de ayudar a una clara recuperación salarial, fomentando una mayor y mejor redistribución de la riqueza del país y, por supuesto, conseguir la igualdad laboral atacando directamente la economía sumergida, los pluses y complementos salariales, sin olvidar la falta de corresponsabilidad y conciliación de cuidado y atención; aspectos todos ellos imprescindibles para terminar con la parte menos visible y de difícil control en la desigualdad y la discriminación laboral.

    Las gentes de CCOO podemos asegurar que no hemos estado inactivas en estos 10 años, y que nuestros esfuerzos se han concentrado en un objetivo irrenunciable, una meta incuestionable, la de conseguir una sociedad inclusiva, igualitaria y justa, en la que no hay cabida para la discriminación, la desigualdad ni la violencia. No nos resignamos, pasamos a la acción. #EsElMomento de las mujeres.

    Revista Trabajadora, n. 65 (noviembre de 2018).